Casi siempre cuando llega el verano intento darle una batida a mi colección de novela histórica que tanto me está condicionando la compra de un ebook. De hecho ya hay dos en casa, pero antes de centrarme en el electrónico creo que debo de dedicarle todavía un tiempo a esta literatura que tengo en soporte tradicional y que tanto espacio ocupa en casa.
Hace un rato acabo de terminar la lectura de “Noches de Roma” de un desconocido para mí Ron Burns. Poco, poquísimo he encontrado sobre el escritor salvo lo que indica el libro: su nacimiento en Michigan, su formación en Georgetown en estudios de relaciones internacionales y en historia, y como ha trabajado para la prensa en una agencia de noticias (United Press International) y en The Los Angeles Herald Examiner – aquí sobre el crimen organizado- o en Philadelphia Bulletin y que – yo sepa he escrito dos novelas: Noches de Roma ( 1993) y Sombras de Roma (1995), siendo esta última una novela de intriga en época de Augusto.
En la primera, Ron Burns nos introduce en la Roma del año 180, a través de su protagonista, Livinio Severo, un romano acomodado y sobre todo acomodaticio, perteneciente a la clase patricia y agraria en decadencia por su pasado de delación, que sustenta su vida en un buen casamiento con Calpurnia, en la magnífica posición de su suegro, un honorable senador romano, y en la diosa fortuna, que vive con cierta comodidad en una de las colinas de una ciudad que transita por un momento apoteósico en lo político y en los cultural gracias a Marco Aurelio.
Pero con Livinio Severo vamos descubriendo que no es oro todo lo que reluce. Que el encaje estoico que trasmite Marco Aurelio y su círculo es pura apariencia, puesto que debajo está la brutalidad, de depravación y, sobre todo, la ambición. En este caso todos estos males están asumidos por Cómodo, el hijo de Marco Aurelio.
Livinio se ve involucrado en este lucha por el poder a través de la necesidad de descubrir unas falsas infidelidades, que lo llevan a su vez a intentar esclarecer el asesinato de un grupo de estoicos. Entre unos y otros, vive una crisis conyugal que lo encamina a las noches desenfrenadas de una Roma que avisa de su decadencia.
Estamos ante un buen libro, bien documentado, que - a veces- se hace un pelín farragoso para la lectura, pero que entretiene y engancha por la historia, no así por el tratamiento de los personajes, especialmente el del protagonista, que oscila entre la heroicidad y lo patético. Es posible que esa oscilación entre lo uno y lo otro sea lo necesario para conseguir lo que tanto desea, que no es nada ni nada menos que su supervivencia.