Todos aquellos que tenemos cierta edad, recordaréis como en casi todas las casas en las que se leía, había una colección de libros. Eran libros con tapa semidura, con lomos naranjas, hoy amarillos casi marrones y con pórtada bastante simple y geométrica, era un cuadrado, en color verde. La sería era los lirbos RTV de la Biblioteca básica de Salvat. Libros que , según mi padre, costaban 100 pesetas. Hoy apenas serian 0,60 céntimos de euro.
La primera entrega La tía Tula de Miguel de Unamuno. El que yo acabo de leer era la entrega 46, sin autor aparente, pero ya que el prólogo es de Álvaro de Laiglesia, casi a él se le podria atribuir.
El libro es un homenaje a aquellos ilustradores que superaron el momento decimonónico para adentrarse en el siglo XX hasta la cotaneidad del momento de la publicacíón, año 1970.
Como ya he señalado el libro se inicia con un prólogo en dos parte de de laiglesia y un recorrido por cuatro etapas más del humor gráfico empezando por la Prehistoria con autores como Asirio, Baldrich, A. Casero, Cisneros, Apeles Mestres, Mecachis, Mihura, Opisso o Ramón Gómez de la Serna, algunos correspondientes a la acidez de "Madrid Cómico" o Gedeón, otros a "Gutiérrez" o "Buen Humor.
La segunda etapa nos lleva a las Revistas juveniles entre las que se encontraban el mítio TBO , Jaimito o Patufet con firmas que van desde Ayné , Carbó, Castillo pasando por Coll, Salvador Mestres, Nin, Palop, Sanchis o los enormes que han llegado hasta nuestros días Escobar o Ibáñez.
Un tercer capítulo se centra en La Cordoniz y lo que supuso la revista más audaz para el lector más inteligente que fue y es la decana de la prensa humosrística con firmas como Abelenda, Chumy Chúmez, Eduardo, Forges, Garmedia, Munoa o Serafín.
El cuarto y último está dedicado a las grandes promesas que eran ya realidades para 1970 Castanys, Cesc, Chuchi, Galindo, Kalikatres, Mingote, Orbegozo, Peñarroya, Quesada , Ricardo o Summers. Detodos ellos y de muchos más hay muestras o ejemplos así como un brevísima reseña sobre quiénes eran. Un libro que recuerdo haber visto una y mil veces de pequeño y que he disfrutado , obviamente, nuevamente de mayor, muy mayor. En las viñetas he visto las cargas de profundidad que en su momento podían haberme pasado por alto y que eran cuchillos afilados. Un buen recuerdo.
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