Este año , prácticamente, lo comencé viendo a través del fondo documental que tiene en red televisión española una serie que recordaba vagamente, y que no pude ver de niño, pero de la que recordaba su nombre. Se llamaba La Saga de los Rius. Curiosamente la tuve que ver en catalán, idioma que respeto y no manejo, pero que si me esfuerzo entiendo. La serie fue vista y comentada y , ligeramante, recordaba quien era su autor y su proagonista femenina. La masculina indudablemente era el señor Rius, Don Joaquín. Pero el inolvidable nombre de la protagonista femenina es quien da título a la obra firmada por Ignacio Agustí. El título, vale, lo digo: Mariona Rebull.
Mariona Rebull es una obra del escritor español Ignacio Agustí publicada en 1943. Pertenece a su más famosa saga La ceniza fue árbol, publicada entre los años 1942 y 1972 compuesta por otros cuatro volúmenes: El viudo de Rius, Desiderio, Diecinueve de julio y Guerra Civil.
La idea central de esta novela gira en torno al fracaso matrimonial entre Mariona y Joaquín Rius, quien sólo se casó para mejorar su posición social, hombre sin inteligencia emocional alguna y alejado de la idea del amor. Mariona, desde muy joven, se enamorará de quien no la quiere, en este caso un político que. finalmente, parece decidido a quererla: Ernesto Villar.
Una historia de amor con dos partes claramente diferenciadas: el noviazgo entre Joaquín Rius y Mariona y el matrimonio que fracasa y deriva en adulterio femenino, uno de los temas de la novela del siglo XIX, que el autor recupera, poniendo especial énfasis en los tres personajes del triángulo: el marido austero y aburrido, la mujer insatisfecha y soñadora y el amante frívolo y vividor.
En este triángulo amoroso y enmarcado en el inicio de la revolución textil catalana de finales de los años cercanos a la exposición de Barcelona de 1888 y los iniciales del siglo XX transcurre esta historia de celos y tensiones coyungales que se mueve entre la historia de una laboriosa ciudad y el retrato de los ambientes burgueses de Barcelona que vive como lo titula Luis Racionero su "belle epoque" en torno al año 1900 y que tiene como epicentro de la vida social, con sus bailes, puestas de largo, veraneos campestres y, - ¡ahí Millet, lo que has cargado!- el Liceu de la capital catalana.
Una obra absolutamente digerible, con el gusto por un lenguaje algo engolado como el que podía ser el de la época y aunque Agustí creía que la novela como género poseía unos rasgos inmutables (narrador omnisciente, orden cronológico, descripción y caracterización de los personajes), su propia trayectoria narrativa confirma suficientemente que la novela realista del siglo XX tampoco en su lenguaje podía ser idéntica a la escrita en el XIX. El estilo de Agustí, el tono lírico de su prosa, con su adjetivación profusa y reiteradas imágenes vanguardistas, son muestra inequívoca de ello. Como dice Racionero este libro es como un ballet descrito "Un canto del cisne".
Una obra absolutamente digerible, con el gusto por un lenguaje algo engolado como el que podía ser el de la época y aunque Agustí creía que la novela como género poseía unos rasgos inmutables (narrador omnisciente, orden cronológico, descripción y caracterización de los personajes), su propia trayectoria narrativa confirma suficientemente que la novela realista del siglo XX tampoco en su lenguaje podía ser idéntica a la escrita en el XIX. El estilo de Agustí, el tono lírico de su prosa, con su adjetivación profusa y reiteradas imágenes vanguardistas, son muestra inequívoca de ello. Como dice Racionero este libro es como un ballet descrito "Un canto del cisne".
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