martes, 18 de agosto de 2015

Un César barojiano


Si me hubiesen preguntado allá por los ochenta por un autor literario, por el que considereba mejor narrador de la literaratura española, no hubiese tenido ninguna duda. Se trataba de Pío Baroja (1872-1956). Me encantaba el autor con  ese estilo suyo siempre calificado de desaliñado desaliñado, con su deseo de exactitud y precisión, rasgos estilísticos que daban a la obra amenidad, el dinamismo y la sensación de naturalidad y esos protagonistas que sufrían y que en gran medida se sentían perdedores, incluso en su victoria. Tras esa etapa en la que me leí gran parte de su obra, desde sus Poesías - ¡Ay mi Garraitz!-  hasta sus novelas cortas, pasando por sus clásicos- llegó el desierto, aunque nunca el olvido. 

En el verano de 1994 compré en la Fnac de  Callao en Madrid de una de sus trilogías que me costó 1.140 pesetas. En concreto la formada por Las ciudades englobó bajo el título «Las ciudades», integrada por César o Nada (1910), «El mundo es ansí» (1912) y «La sensualidad pervertida» (1920), en su edición conjunta de Alianza Editorial, pero el libro quedó en la estantería y allí en el olvido. Este verano pensé que era el momento de retomar al autor de "El árbol de la Ciencia" o "Zalacaín, el aventurero" , y así ha sido. 

La primera de las tres novelas ha sido César o nada es la primera de las tres novelas que componen la serie que Pío Baroja tituló Las ciudades. En ella confluyen fundamentalmente dos de las ideas permanentes del universo barojiano: la necesidad de forzar la salida de España de su atraso secular y la voluntad de poder - de corte nietzscheano- como motor individual que debe empujar al ser humano. 

El protagonista de la obra es César Moncada, un joven , en ocasiones muy petulante, que, teniendo un plan claro de la estrategia para llevar el progreso a los pueblos de España, logra hacerse nombrar diputado por un pequeño pueblo castellano donde pondrá a prueba sus ideas. La obra tiene dos partes muy definidas vinculadas a dos espacios o ciudades. 

Por un lado, Roma ; y , por otro, el ficticio pueblo de Castro Duro, un pueblo que resume todos los males del país en esas primeras décadas del siglo XX, tanto en lo económico, como en lo político, como en lo moral. El protagonista es una especie de transposición en el tiempo de otro César, el Borgia, de dónde Baroja toma prestado el título de la obra e incluso los orígenes valencianos del protagonista, o sus familiares vínculos con el alto clero. 

Como muchos veces, Don Pío abre la obra en su terreno, el País Vasco, y gusta de presentar lentamente la naturaleza de la misma. Por ejemplo, en la primera parte se ocupa de las andanzas de César en Roma, ciudad a la que llega junto con su hermana Laura a petición de un tío suyo , el Cardenal Juan Fort. César,el protagonista, de la mano del abate Preciozi y de un aristócrata inglés llamado Kennedy conocerá de primera mano esta ciudad a la que describe minuciosamente, pero que sirve de telón de fondo para presentar toda una colección de personajes muy al estilo del Baroja que recuerdo y tanto sus idas y venidas por la vida del protagonista. Baroja, en esta parte, se muestra duro con este personaje que odia la historia, que disimula mucha y que se muestra como un cínico ante muchos de esos personajes. Pero , como gusta al autor, nos presenta las diferentes e interesantes visiones de la sociedad de su tiempo. 

Ya desde una Roma llena de palacios, de ruinas y monumentos que no originan en César más que desazón, pesimismo y rabia ante el reaccionario estamento clerical,anclado en el pasado, y contrario al progreso, nos encontramos con un César que encarna la moral de la acción frente al gusto estético por tanto arte inútil. Sin embargo, y contradictoriamente, será el arte y, más concretamente, desde el acercamiento a la Capilla de los Borgia en Las Estancias Vaticanas, junto con su acompañante Kennedy, el que le descubre su interés por la política y la necesidad de asumir la dirección de los proyectos en un país tan atrasado como era España. Su coincidencia con César Borgia y la inscripción que llevaba su espada en la hoja «Aut Caesar aut nihil» («O César o nada»), que hacía referencia a otro César, Don Julio, que en el 49 a.C. al mando de sus legiones está a punto de cruzar el río Rubicón, al norte de Italia Esto significaba ser declarado enemigo público y desembocaría en una guerra civil. César indicó a sus hombres que no estaban obligados a hacerlo junto a él. Ante esto, según dice la leyenda, todos al unísono exclamaron “¡O César, o Nada!” y cruzaron el río junto a él. Esto significó la segunda guerra civil contra Pompeyo que le llevaría al poder absoluto de Roma. Es curioso esto para un protagonista que repudia de la historia y , sobre todo, del arte. 

Tras conocer en la ciudad a un cacique conservador de Zamora, y en la línea de algunos regeneracionistas, que España sólo puede superar la decadencia mediante un gobierno fuerte y autoritario, pero progresista, que combata el caciquismo, el poder de la Iglesia y las desigualdades sociales, intenta poner en práctica sus ideas en el imaginario pueblo zamorano de Castro Duro, del que quiere ser su diputado. 

En la segunda parte, cuando llega a Castro Duro Baroja nos presenta abiertamente los males morales, políticos y económicos de un país que lo condena al retraso. Hay están presentes el caciquismo, la corrupción, política, la influencia de la Iglesia, la burguesía que busca imitar a la rancia nobleza, el atraso de la industria, la pobreza del pueblo, … Son los males de España en este siglo XX , aunque también y eso entre nosotros del siglo XXI. Pero la novela no busca tanto reflexionar sobre ellos como retratarlos para, posteriormente, enfrentarse a ellos en los últimos capítulos de la obra. 

César Moncada es un prototipo del hombre barojiano, su hombre de acción: consciente de la realidad que le ha tocado vivir, aplica toda su fuerza de voluntad a cambiarla, aunque para eso sea necesario el cambiar premeditadamente de partido, pues lo importante es el resultado final, no la coherencia del mismo. Existe, desde luego, una justificación del fin y una pervensión de los medios. Al final vemos que , como César Borgia, Moncada fracasa, titubea, afloja la tensión. Pero su flaqueza lo hace humano, y le falta el empuje necesario para conseguir sus objetivos: cambiar Castro Duro y modernizarlo. Pero existen fuerzas interesadas para que nada cambie. 

Ante lo desigual de la lucha y sus inciertos frutos, César Moncada se refugia en el amor de Amparito. Como en otras novelas, Baroja representa el amor como un refugio, donde el ser humano puede ser feliz , pero sin apasionamiento. César Moncada descubre que la verdadera patria del hombre es el amor. 

Cesar Moncada es un personaje barojiano más visible en su carácter inadaptado, opuesto al ambiente y a la sociedad en la que vive, al final, se muestra impotente e incapaz de demostrar energía suficiente para llevar lejos su lucha, por lo que acaba frustrado, vencido y , finalmente, asesinado y, en consecuencia, condenado, como todo el pueblo de Castro Duro, a someterse al sistema que han rechazado.

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