Esto es The hole, esto es the hole… Así comenzaba Quequé su actuación vestido de cuero negro e incitando al fornicio. Curioso espectáculo el visto en la noche de ayer que combinaba lo circense – en el sentido soleado del término- y el cabaret berlinés.
Dice la publicidad que en The hole se dan cita actuaciones vocales, humorísticas, histriónicas y juguetonas, siempre encaminadas a la insinuación perversa y sugerente.
El gran factotum del espectáculo es Quequé que se manifiesta como auténtico maestro de ceremonias.
Gracias a él somos invitados a su mansión – como amigos mercenarios- a disfrutar de los placeres visuales que nos aporta su Madame – Marta Torres- o las supernenas – Arantxa Fernández y Mónica Riba- , el vocal de sus mayordomos – Carlos Valledor , Toni Vallés, Arnau Lobo y Víctor Genestar- o el cargante y abusador Pony Loco – Nacho Sánchez-. Junto a éstos encontramos piruetas varias procedentes, bien parece, del cirque du soleil, como son Dilya – una voluminosa Marilyn o el duo Flash.
Gracias a él somos invitados a su mansión – como amigos mercenarios- a disfrutar de los placeres visuales que nos aporta su Madame – Marta Torres- o las supernenas – Arantxa Fernández y Mónica Riba- , el vocal de sus mayordomos – Carlos Valledor , Toni Vallés, Arnau Lobo y Víctor Genestar- o el cargante y abusador Pony Loco – Nacho Sánchez-. Junto a éstos encontramos piruetas varias procedentes, bien parece, del cirque du soleil, como son Dilya – una voluminosa Marilyn o el duo Flash.
La historia - simple como pocas - del maestro de ceremonias es publicitar el amor que siente por una rata., su amante amada, algo que – indudablemente- se lleva a esa joya del cine que es Cabaret y al amor del maestro Joel Grey por su bella gorila en "If You Could See Her".
Así se desarrolla The hole, un espectáculo gamberro, no muy largo, adecuado más bien en su duración, con una cesura o inetrmedio que se dilata excesivamente para incitar a la ingesta de alcohol – ¡qué bien lo hace Quequé en sus sugerencias!- y que como únicos peros, podemos achacarles uno, que si bien no es muy importante, al menos, sí he de comentarlo: la música está enlatada, magníficamente enlatada. No creo que sea una barbaridad pedir una banda para el directo. Por lo demás, un espectáculo entretenido, divertido en su ordinariez, con un genial Quequé, y del que me felicitó por haber pedido las sillas en la zona en la que lo vi, creo que me hubiese muerto de vergüenza si tengo que interactuar. Un saludo.
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