Cuando "El mundo", diario que en aquel año de 2001 compraba regularmente, publicó la colección que llevaba por título "Las mejores novelas en castellano del siglo XX" no me extrañó que entre el más de centener que editaron se encontrase una de la que tenía algunas referencias de la época en la que estudiaba Literatura. Estamos hablando de mi COU, allá por el año 1983.
La novela se integraba dentro de lo que nosotros estudiamos como novela costumbrista de postguerra y que tenía como máximo exponente La Colmena, la obra de nuestro Premio Nobel Camilo José Cela, obra que tuvimos que leer y estudiar detalladamente. No sólo estudiamos al autor gallego y su obra, sino también la de otros escritores cuya obra no llegó a tocar la gloria del éxito, sino quedó relegado a una posición postrera en los anaqueles de las librerías.
Dentro de la parte teórica, se encontraban indicaciones de otras obras y de otros autores que habían tenido en su momento cierto prestigio con sus publicaciones y que en ese momento ocupaban un papel menor, casi invisible. Recuerdo que en poesóa pasaba con Fernando Villalón, mientras que en novela en ese momento estaban casi silenciados dos autores y sus obras que había tenido una importante resonacia como era Agustín de Foxa y su "Madrid de corte a checa" y la obra de Rafael García Serrano, que aparecía con dos títulos, "La fiel infantería" y "La Plaza del castillo", la obra que he terminado de leer.
He leído que la obra forma parte de una trilogía, La Guerra, centradas en episodios de la Guerra Civil junto a "La Fiel infantería" y "La ventana daba al río", culminada en 1964. Se trata de un escritor y periodista navarro nacido en el año 1917, - y fallecido en Madrid en 1988- que publicaba en los diaio más cercanos al régimen franquista como El Alcázar o en el Arriba, del que llegó a ser director.
He leído que la obra forma parte de una trilogía, La Guerra, centradas en episodios de la Guerra Civil junto a "La Fiel infantería" y "La ventana daba al río", culminada en 1964. Se trata de un escritor y periodista navarro nacido en el año 1917, - y fallecido en Madrid en 1988- que publicaba en los diaio más cercanos al régimen franquista como El Alcázar o en el Arriba, del que llegó a ser director.
"Plaza del Castillo" es la novela en la que se narran los catorce días transcurridos entre el 6 de julio, lunes, y el 19 de julio, domingo del año 1936, de una Pamplona que se mueve entre las vísperas de su fiesta grande, los sanfermines, y el estallido rebelde protagonizado en la capital navarra por falangistas y carlistas de boína roja.
Dice el oscense Modestino en su magnífico blog sobre literatura, que lleva por título "Cajón de sastre" que "García Serrano consigue, además, crear todo un relato costumbrista que
nos sitúa perfectamente en la Pamplona de la época justo en los días de
su fiesta mayor; las corridas de toros, los encierros, los bailes, las
copas, las juergas, las peñas y el folklore aparecen maravillosamente
reflejados en el libro. Quienes conocemos la capital navarra, por mucho
que la hayamos visitado muchos años después, nos ambientamos enseguida
en lo que describe García Serrano. La Plaza del castillo -que da título a
la novela-, la calle de la Estafeta, La Rochapea, el Río Arga, ... son
santo y seña que adorna la trama. Y junto a ello, el ambiente de
conflicto político, los hechos que pululan en el lugar y el tiempo que
acercan al relato al concepto de novela histórica, aumentan el interés
de la lectura".
Evidentemente, estamos ante una novela de personajes, aunque el personaje principal es la plaza, la del castillo, punto de encuentro de personas que se reúnen en las tertulias de sus cafés, en los soportales de la misma, o simplemente pasean con sus amigos o parejas. En sus conversaciones vamos viendo y descubriendo el malestar de unos, la incomodidad de otros, así como las insatisfacciones y sueños no cumplidos de la variopinta fauna humana que habita la capital navarra. Sabemos como lectores que la Guerra Civil está a punto de estallar, pero aún no lo ha hecho. Parece como si están esperando que acabe la fiesta por antonomasia, los sanfermines, un las que muchos se juegan la vida al correr los encierros antes de lanzarse a los campos de batalla.
En las conversaciones vamos viendo la mixtura ciudadana de la ciudad en lo ideológico desde ese Monolito Pérez , que sueña con su reconociento de vasco, hasta esos jóvenes convencidos de la necesidad de cambiar un país en el que no se siente representados por su Gobierno. Mediante las conversaciones vaos intuyendo el ambiente, las pasiones altas o bajas del abanico de protagonistas, y las razones- justas siempre a su parecer- , peroo también el incipiente amor o el odio entre lo que parecen dos Españas irreconciables , la del Norte y la del Sur, ya por entonces.
Durante la tregua festiva todos los pamplonicas son uno y no les importa compartir su bota y sus risas o su solidaridad , pero una vez terminados todo se precipita y la novela es descriptiva en lo narrativamente histórico desde el día 18, momento en que parte de los protagonistas deciden empuñar las armas para combatir, huir al exilio o morir absurdamente en la plaza.
Para José Esteban , prologuista del libro, la novela compendia y resume el estado de ánimo de una ciudad en los momentos previos al conflicto incivil que es toda guerra. Lo que si es llamativo en la España actual que gusta de hacer relectura parcial de la memoria histórica es que vemos la mayor parte de la obra desde la perspectiva de la condición de falangista del autor,visible en la afirmación de uno de los protagonistas en una de las últimas páginas del libro “-Hay que salvar a España. Pero la frase le parecía demasiado fuerte y entonces explicaba su incorporación de una manera más simple: -Además, se van todos los amigos” , siendo en estos momentos políticamente incorrecto, y sin embargo es una obra bien escrita, en la que los personajes están bien trazados, aunque pueden dar la impresión de estar dispersos, y que recrea, como dice Modestino, a la perfección el doble ambiente que se respiraba en Pamplona durante los sanfermines de 1936, con el bullicio propio de las fiestas por un lado, y el aire conspiratorio que se respiraba por otro.
Del mismo quisiera rescatar como todos los personajes se entrelazan el 12 de julio, domingo, y literalmente nos cuenta el autor que gozaban de la tregua de Dios: "los nacionalistas, los falangistas, los carlistas, los socialistas, los comunistas, los republicanos, los monárquicos, incluso los de la CEDA. Los que combatían, los que dormían, los que vivían, los de "aquí no pasa nada". Joaquín y Ochoa, Luis y Javier, el vendedor del Mundo Obrero y el matón, Olaz, Ramón, Tomás, Ruiz, Marino, Aldave, Imanol Pérez Aizcorbe, ni uno faltaba y viéndolos podía recordarse aqulla época en que sus padres vivían unidos, amigos de siempre"(Página 133). Al día siguiente, para el autor el día 13, lunes, la plaza del castillo lo "era, de verdad de todo un pueblo, su patio de armas y de leyes" (Página 163). Pero al final prevalecieron las armas sobre las leyes
Por último reseñar que si bien es una buena obra literaria con una enorme multiplicidad de personajes más que de situaciones, pero hay que reconocer que el paso del tiempo ha dejado alguna muesca en su prosa que nos puede resultar algo desfasada, así como cierta idea de convivencia ideológica, pero forzada “No podemos odiar a nuestros enemigos. Mañana hemos de vivir con ellos.”, o ese intento de ridiculizar la manera de sentir y expresarse de alguno de los personajes como el que representa el nacionalista vasco Manolito, Imanol, Pérez.
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