Las vacaciones navideñas invitan a excesos en casi todos los sentidos, especialmente en el alimentario. Tradicionalmente los dos kilos (o arrobas, que más da) en dos o tres semanas no me los quita nadie. Los excesos suelen comenzar sobre el 21 de diciembre y van "in crescendo" hasta llegar al día 1 de enero. Aún con eso, suele haber todavía un par de pequeños puertos de montaña que terminan el día 6 de enero. A partir de ese punto empieza el rigor casi "mortis" gastronómico. Se le da la bienvenida a las frutas, sopas y verduras, así como algo de pescado tan olvidadas en esas entrañables fechas.
Yo, como me conozco, hago propósito de enmienda el día 1 sobre las seis de la tarde, ese día comienza la comida de diseño, es decir, la diseñada no para perder peso, pero sí para no cogerlo. Ese mismo día por la tarde empecé a preparar un plato que me enseñó mi vecina María Ángeles este verano en la piscina. El plano se llamará, por ejemplo, "Lomo a la sal". Es muy simple. Necesitamos un buen trozo de lomo de unos 800 gramos, un paquete de sal gorda, una lámina de aceite de oliva virgen "of course", así como una mezcla condimentos mediterráneos a base de romero, especialmente romero, orégano, albahaca, tomillo, y un poquito de perejil. Lavas el lomo con el aceite, aporta a tu gusto las especias. Embadurnas la carne en sal y lo metes al microondas a "to trapo" durante veinte minutos. Lo sacas transcurrido ese periodo y retiras la costra de la sal. Tras esto lo metes en el frigorífico sobre un plato pero que salga la poca humedad que le quede. Al día siguiente, lo cortas en finas láminas y ya tienes un segundo bajo en calorías, aunque rico en sodio. Lo puede acompañar de la salsa que desees, yo me planteé una de setas o champiñones, pero el día 2 es un día de comprar para satisfacer los deseos de aquellos que demandan regalos, por lo que me limité a que mis hijos eligieran la que quisieran dentro de las que había - no muchas- en el frigorífico. Eligieron , que duda cabe, el ketchup. Una opción como otra. Hubo un primero también ligero: una ensalada de tomate, atún, maíz y mozzarella combinada optativamente. Por la tarde, hoy objetivo marcado: ir al gimnasio. Al final y con spinning,... ¡objetivo cumplido!.
Por la noche, para los de las arrobas hubo otra ensalada, ésta de lechuga, manzana y piña, con algunas virutas de queso aliñado con una pizca de aceite de oliva virgen. Le dimos buen provecho, y hoy unos 800 gramos de esas arrobas ha desaparecido. Al menos mi cuerpo me lo agradece. Un saludo
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