La noche puede ser para los Reyes, pero el día después puede ser para la República. Esto viene por la inquietud que todavía a día de hoy siento cuando se están poniendo los regalos de Reyes. Siempre pienso que son pocos y, de inmediato, me embarga la angustia, cuando no la insatisfacción. ¿Por qué? Me preguntaba mi mujer, pues básicamente por el temor que siento ante el desencanto que los regalos pueden producir.
Lo cierto es que vivimos en una sociedad opulenta en la que los niños tienen - casi- de todo. Satisfacer a esos eres insaciable su que son los niños es tremendamente complicado. Más aún, si ya han conseguido el regalo de sus sueños. Este año el regalo era el juego "Black Ops II", y conseguido ya en el día de Navidad, ya no había nada con lo que compensar. Piensas en una opción, en otra, pero todo te conduce a un camino sin fin en el que das vueltas y vueltas. Optas y puedes acertar o no, y además, está la cantidad. Cuando yo era pequeño, y la naturaleza o condición humana no ha variado tanto, lo importante era sumar y sumar. Todavía es importante la cantidad, aunque la misma, después, no corresponda con el valor que el niño da a esos regalos.
De cualquier manera el éxito está siempre en los más deseado y en los inesperado - sobre todo para tí. Recuerdo una anécdota que me contó un amigo sobre el regalo de Navidad de uno de sus hijos. Le trajeron no se que cosas tanto en su casa como en la de sus abuelos, y unos de ellos era enorme y venía en una gigantesca caja. Sacaron el juguete y el niño le hizo el caso justo. Al cabo de un rato el niño jugaba, sí, pero no con el juguete, sino con la caja que lo contenía. Esto se repitió a lo largo del día, y es más, el niño se quedó durmiendo dentro de la caja.
El dinero invertido por los Reyes en esa ingente cantidad de juguetes indudablemente fue a parar a la causa republicana. Un saludo.
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