Hoy me ha ocurrido una cosa extraña. He recibido una llamada de una de esas compañías telefónicas que , utilizando a una comercial latinoamericana, y aunque tu digas que no estás interesado te sueltan un rollo para intentar convencerte de que te cambies de compañía, a pesar de que tú, educadamente dejas claro desde el primer minuto que esa no es tu intención. Da igual, ellas siguen- y digo ellas por que me ha pasado con una chica- aunque vuelves a repetir tu intención de permanencia en la compañía actual , aunque pienses que son una panda de sinvergüenzas, como todos. Pero nada, ella sigue. Y llega ya un momento en que le dices "oye chica, que no tengo tiempo" , y ella prosigue y hoy, cuando se lo vuelvo a repetir me pregunta que sí soy el rey de España o crees lo que me creo y yo, que no tengo ganas de explicar que estoy poniendo en orden mi cocina, pues acabo de hacer una compra y ue los productos continúan desperdigados en busca de espacio, te quedas con cara de tonto y le dices que, por favor, un respeto. Y, tras lo dicho, te deja con el teléfono en la mano y con la cara de tonto. Tras reaccionar empiezas a reírte y a entornar una ranchera que efectivamente reconoce mi reinado, al menos, más allá del teléfono. Un saludo.
miércoles, 8 de enero de 2014
El rey
Hoy me ha ocurrido una cosa extraña. He recibido una llamada de una de esas compañías telefónicas que , utilizando a una comercial latinoamericana, y aunque tu digas que no estás interesado te sueltan un rollo para intentar convencerte de que te cambies de compañía, a pesar de que tú, educadamente dejas claro desde el primer minuto que esa no es tu intención. Da igual, ellas siguen- y digo ellas por que me ha pasado con una chica- aunque vuelves a repetir tu intención de permanencia en la compañía actual , aunque pienses que son una panda de sinvergüenzas, como todos. Pero nada, ella sigue. Y llega ya un momento en que le dices "oye chica, que no tengo tiempo" , y ella prosigue y hoy, cuando se lo vuelvo a repetir me pregunta que sí soy el rey de España o crees lo que me creo y yo, que no tengo ganas de explicar que estoy poniendo en orden mi cocina, pues acabo de hacer una compra y ue los productos continúan desperdigados en busca de espacio, te quedas con cara de tonto y le dices que, por favor, un respeto. Y, tras lo dicho, te deja con el teléfono en la mano y con la cara de tonto. Tras reaccionar empiezas a reírte y a entornar una ranchera que efectivamente reconoce mi reinado, al menos, más allá del teléfono. Un saludo.
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