domingo, 31 de enero de 2016

Madrid de corte a checa


Uno que ha estudiado en la Universidad, aun que fuese una de estas de todo a veinte duros,  reconoce quienes son sus padres putativos desde el punto de vista docente y de pie cojeaban - a veces, en el sentido más literal del término- cada uno de ellos.  Por mi edad y , especialmente, por la de mis profesores sobre las tarimas de la Facultad estallaba casi en cada clase con la historia y la historiografíaen la que continuamente se nos azotaba con la Escuela de los Annales o , en su defecto con la importancia de la Escuela historiográfica marxista.

Reconozco que en esa casquivana formación en la "Alma Mater" que, en ocasiones - en muchas ocasiones- , parecía partidaria de la formación de un espíritu no nacional, pero sí muy cercano al  pensamiento único no había lectura para las otras visiones y mucho menos para las disidencias. La historia, especialmente la de la España Contemporánea, se movía sobre un eje único y formidable en la que tirios y troyanos, en ocasiones eran los mismo uno que otro, parecían querer parapetarse en la doctrina, al final acababa siendo esto, una doctrina, que había emanado de un gran historiador que en ese momento era el gran pope de la historia y su circulo emisor que ha modo de parapeto intelectual nos aportaban discusión sino que trasmitían esa fe que sañe de las mentes de los iluminados por la verdad absoluta.

Uno que siempre ha apostado por la herejía optaba por las verónicas bibliográficas  que, si bien es cierto, bebían de las mismas fuentes pero , al menos, parecían menos doctrinarias posiblemente por no haber mamado de la mala leche que se destila en este país. Lo cierto que fueron franceses y , sobre todo, ingleses, en este caso hispanistas, en los que yo quise inspirarme para formarse. Esos fueron realmente mis profesores, de aquellos de los que aprendí algo. Hablo de Hugh Thomas o de Gabriel Jackson, por nombrar sólo a dos, quedando Tuñón, Fusi, Fontana, Artola, Julio Gil Pecharromán, junto con Seco Serrano, Tamames o el mismo Tusell como segundas e importantísimas lecturas.  

Ellos daban muchísima relevancia a lo temático y a los historiográficas, que eso está muy bien, pero se olvidaban de contextualizar, especialmente, en los cultural, especialmente en lo literario y en lo cinematográfico los momentos. 

El tiempo, la mejor escuela de historia que he encontrado a lo largo de mi vida, ha ido abriendo camino, aunque también cerrando puertas. Las cerradas , cerradas quedan, pero lo que he ido encontrando en el camino también me ha satisfecho. Como ya he dicho muchos documentales, lgunas películas y obras narrativas no señaladas en su momento me han aportado más claridad sobre el fanatismo que sesudos y (... entre nosotros, aburridos) libros magníficamente documentados y pésimamente narrados.

De entre esas fuentes documentales que considero, humildemente, que tenían que habernos lanzado estaba la prensa o la literatura, tan silenciada en las facultades de historia , al menos, en mi tiempo , que describe magistralmente una forma de pensar muchas veces surgida del ánimo del momento, como lo son las caricaturas o la cartelería.

Pues bien, uno de esos libros escritos en el momento  como ejemplo de literatura fascista surgida de la misma guerra, a veces nombrada , pero nunca leída ha sido esta obra de Agustín de Foxá que se titula Madrid de corte a checa. 

Madrid , de corte a checa está considera como la obra cumbre de la  novela de la Guerra Civil vista por el lado franquista. Es una novela comprometida en el sentido que desde la primera página vemos hacia dónde tiende la misma.

Si autor no tuvo nunca reparos en ocultar su filiación. De hecho en un momento dado es protagoniza algún capítulo de su propia obra, como , por ejemplo, cuando componen junto a otros, como Rafael Sánchez Mazas, Dionisio Ridruejo o el propio José Antonio Primo de Rivera, se redacta el himno de Falange, el Cara al sol; o , algunas detalles, protagonizados por algunos de sus personajes, pero que le ocurrieron a él como la entrada de los milicianos en su casa, descrito para sus personajes.  

El mismo se retrató: Gordo; con mucha niñez aún palpitante en el recuerdo. Poético, pero glotón. Con el corazón en el pasado y la cabeza en el futuro. Bastante simpático, abúlico, viajero, desaliñado en el vestir, partidario del amor, taurófilo, madrileño con sangre catalana. Mi virtud, la imaginación; mi defecto, la pereza. Soy conde, soy gordo, fumo puros; ¿cómo no voy a ser de derechas? Todas las revoluciones han tenido como lema una trilogía: libertad, igualdad, fraternidad fue de la Revolución francesa; en mis años mozos yo me adherí a la trilogía falangista que hablaba de patria, pan y justicia. Ahora, instalado en mi madurez, proclamo otra: café, copa y puro. 

Madrid de corte a checa es, efectivamente, una extraordinaria novela para comprender el punto de vista del fascismo español. A ello contribuye, además, la enorme capacidad que como escritor tiene este poeta y novelista, periodista, sátiro, clasista y diplomático que respondía al nombre de Agustín de Foxá. 

Se trata de una novela surgida del presentismo, de lo que el vive, ha vivido o le han contando sobre como la han vivido otros. Madrid de corte a checa es una obra escrita y publicada en San Sebastián en 1938, un año antes del fin del conflicto y escrita entre 1936 y 1937. Es una obra compuesta en tres partes: Flor de lis, Himno de Riego y la Flor y el Martillo. 

Comienza con una discusión literaria y acaba con una aparente victoria como pareja de su protagonista José Felix , un chico contrario a lo que había comenzado con la dictadura de Primo de Rivera y que acabará afiliado a la Falange del otro Primo de Rivera, y su amada Pilar, pero trasmite una derrota global en todo el país. 

En la primera parte, «Flores de Lis», se narra la desaparición de la monarquía tras las elecciones municipales de 1931, ante la indiferencia de sus sostenedores. La segunda parte, «Himno de Riego», se inicia con la proclamación de la II República, y en ella vamos viendo la esperanza inicial, la victoria no asumida por Gil Robles, la subida al poder de esa coalición corrupta encabezada por Lerroux - como se nota en donde estamos y lo poco que ha cambiado esto- y la concreción del Frente Popular y su victoria electoral, así como la aparición de la Falange , con una visión , evidentemente, hagiográfica de José Antonio Primo de Rivera y de como se va construyendo su partido. Y la tercera parte, «Hoz y martillo», transcurre durante los años 1936 y 1937; en ella se narran los avatares de los distintos personajes en el Madrid embrutecido por la Guerra Civil. 

La novela no es una novela de un personaje, sino que en la misma aparecen personajes verosimiles de un bando y de otro, así como personajes reales a veces tratados con amor como a Lorca y casi a Alberti, y otros sin simpatía alguna, caso del poeta católico José Bergamín, 

Por la obra pasan políticos, prácticamente todos los de esos años aunque sea en un retazo, así como intelectuales de la talla de Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda, el ya citado Federico, Ernesto Giménez Caballero, Ramón Gómez de la Serna, se habla de cineastas como Luis Buñuel, las caricaturas de Luis Bagaría y la pintura de Manuel Ángeles Ortiz. 

La obra, que cuenta con el Prólogo de Jaime Siles,  está dedicada a Julio Palencia , otro diplomático como él, y que pasará a la historia como defensor de los intereses judios en países ocupados por el Eje, como también lo fue Sanz Briz, por ejemplo y otros españoles en el espanto de la segunda guerra mundial. 

Un gran columnista al que leía hace tiempo , antes de su fallecimiento, en su columna de la contraportada del diario "El Mundo" Francisco Umbral, quien en su Trilogía de Madrid apunta que "el conde de Foxá, diplomático y cornudo, aguantaba bien el vuelo de un artículo, y los hacía muy lujosos, pero se embarullaba en la novela. Su Madrid de corte a checa es un Ruedo ibérico de derechas, que decae en seguida (estaba proyectado como trilogía). A Foxá, para escribir El ruedo ibérico, seguramente le sobraba un brazo. Quizá el derecho". Y también: "Foxá, ya digo, cuando lo intenta, hace un Ruedo ibérico incompleto, manco (y no precisamente de la hermosa manquedad valleinclanesca) y plagiario. ¿Por qué, si eran buenos escritores, y algunos muy cultos, no han dejado nada? Yo a esto lo llamaría señoritismo". 

De las tres partes para muchos escritores la primera es la más conseguida. A mi personalmente me han interesado las tres, lógicamente, con todo la precaución que uno tiene que leer cuando la obra es confesionalmente comprometida con la Falange. 

Independientemente de ello tengo que destacar que el estilo es ágil, rápido, muy descriptivo, a veces, casi lacónico y que me ha gustado su juego de metáfora que, en ocasiones, es muy afortunado, no llegando al ridículo a pesar de su compromiso. 

Eso sí, reconocer el carácter clasista de su autor, algo que como hemos en el retablo hecho para si mismo es muy evidente. Por último, señalar que la obra se planteó inicialmente como una trilogía, y le siguió póstumamente Misión en Bucarest y otras narraciones. Sin embargo, se perdió, el manuscrito del tercer volumen de la serie, Salamanca, cuartel general. Una pena. Hubiésemos tenido otra lectura, otra perspectiva para escapar del pensamiento único en el que se nos ha educado intelectualmente. Un saludo.