domingo, 30 de diciembre de 2018

Instrumentos del Imperio


De vez en cuando hay que remitirse a lo que uno, profesionalmente, tendría que hacer más a menudo. Me refiero a que como historiador no profesional, es decir, centrado en la docencia y no en las publicaciones sesudas, de manera regular tendría que leer ensayos y publicaciones de carácter histórico, con referencias bibliográficas incluso, tesis. Pero ese ejercicio ya lo he abandonado así que , muy de vez en cuando, me centro en lecturas más profesionales.

Esta es una de ellas. Necesario para entender el colonialismo. Frente a tesis marxistas, espirituales, racistas, economicistas he leído un libro que pretende explicar el colonialismo como hijo de su tiempo en lo tecnológico e industrial. El libro se llama Los instrumentos del Imperio: Tecnología e imperialismo europeo en el siglo XIX, publicado por la Oxford University Press en 1981 y que está escrito por Daniel R. Headrick.


El libro es un compendio de razones que intentan explicar como en el siglo XIX dará una oportunidad a Europa para el dominio del mundo en base a su superioridad tecnológica, vinculada en gran medida con las ideas de innovación y rentabilidad.

En ese sentido este libro es una muestra de como la historia está basada en hechos constatables y en como se construye un relato histórico en base a fuentes históricas y no opiniones. 

El estudio de este libro, necesario para colocar la idea del imperialismo y colocarle uno de sus pilares principales - indudablemente, hubo otros muchos- el tecnológico está planteado de manera brillante por medio de una distribución clara de los instrumentos estudiados.

Comienza con una introducción en la que intenta explicar el entramado entre la tecnología, la historia y el imperialismo, para posteriormente desarrollar su tesos en base a tres puntales tecnológicos del Imperialismo europeo del siglo XIX. 

El primer puntal se basa en la importancia de los barcos a vapor y la quinina, como herramientas de la penetración. Es una interesatísima reflexión sobre las cañoneras por los ríos asiáticos, la importancia de alguna nave como la Némesis y como el hombre blanco se enfrentó a la malaria por medio de la quinina y como eso le permitió entrar en África.

El segundo puntal o segunda parte se centra en algo tan obvio como revolucionario como son las armas que ayudaron a la conquista. Parte de como era el armamento inicial de las guerras coloniales a comienzos del siglo XIX. Prosigue presentando  como se pasa de la avancarga a la retrocarga, como influyó esto en el dominio del continente africano y el desequilibrio generado por las mismas que propició una conquista real del territorio.

Por último se centra en la revolución de las comunicaciones. Aquí hace especial hincapié en el desarrollo del barco de vapor, sobre todo para llegar a la India, en la apertura del canal de Suez, en el cable submarino - esencial para el control de la información- los ferrocarriles, la aparición de una flota que permite controlar las comunicaciones marítimas y las dificultades en África y , en tono de resumen, lo que supuso el imperialismo tecnológico,

Como siempre al final un buen tocho de información bibliográfica.  Ese es básicamente el libro de Headrick , un historiador norteamericano,especializado en la historia de las relaciones internacionales, la tecnología y el medio ambiente. Este neoyorkino, licenciado en economía en Swarthmore College en 1962, con un master en relaciones internacionales en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados Paul H. Nitze (SAIS), en la Universidad Johns Hopkins , en 1964, y con un doctorado en historia en la Universidad de Princeton en 1971 y que , para mi sorpresa, presentó como tesis una obra sobre el ejército español, en concreto "El ejército español, 1868-1898: estructura, función y política" 

He encontrado un interesante artículo sobre este libro escrito por un profesor de Universidad Nacional de General Sarmiento. Se trata de Andrés G. Freijomil en su blog Teoría de la Historia. Recoge una reseña de Luis Eugenio Togores publicada por éste en la Revista Española del Pacífico, nº 1, 1991, pp. 197-198. La reseña dice lo siguiente:

" Frente a las actuales tendencias de la historiografía española, en la que las investigaciones y estudios sobre el siglo XIX se encuentran en franco declive, ante una historia más reciente que sin rubor se puede calificar como «de moda» -la relativa al período 1945-1957-, aparece esta obra como un necesario «balón de oxígeno» para todos aquellos que aún centran sus trabajos en la pasada centuria. En la actualidad muchos historiadores consideran el imperialismo como el resultado de muchas causas, sus interpretaciones difieren en el peso que asignan a cada una de ellas. El debate sobre el nuevo imperialismo es esencialmente fruto del conflicto en la valoración en la prioridad de las causas. Así, la hipótesis de este libro parece a primera vista un desafío abierto al axioma clásico de la historiografía occidental: la historia es el resultado de la interacción de las decisiones humanas. Aceptando la necesidad por igual de motivos y medios, entonces, el nuevo imperialismo pudo haber resultado de una de las tres siguientes posibilidades: existiendo medios adecuados fueron nuevos motivos los que desencadenaron los hechos; existiendo motivos suficientes, entraron nuevos medios que desencadenaron los hechos; y, finalmente, tanto los medios como los motivos cambiaron, lo que desencadenó los hechos. Sobre la base de la valoración de la historia social de la tecnología, que aspira a la comprensión de las causas, desarrollo y consecuencias de los fenómenos tecnológicos, Daniel R. Headrick formula su hipótesis en torno a la importancia de los cambios tecnológicos que hicieron posible que el imperialismo tuviera lugar, en la medida en que posibilitaron que los motivos diesen lugar a hechos, reforzando así los propios motivos. El nuevo imperialismo no fue resultado de la simple superioridad, sino de la posibilidad de liberar una fuerza aplastante con costes mínimos. El libro centra su marco temporal en el período inicial de la expansión imperialista. El autor formula tres etapas: la primera, de penetración y exploración, «Los barcos de vapor y la quinina, herramientas de penetración»; la segunda, la de la conquista y dominación de las poblaciones, «Armas y conquistas»; la tercera, antes de que los territorios ultramarinos se constituyan en ricas colonias bien asentadas, se centra en la necesidad de establecer una red de transportes y comunicaciones que unan las posesiones ultramarinas con sus metrópolis, «La revolución de las comunicaciones». En la fase de penetración, los barcos de vapor y la quinina se presentan como las nuevas tecnologías claves. En la segunda, se hace mención de las armas modernas -rifles de repetición, municiones, ametralladoras…-, y en el período final consolidación y comienzos de la explotación, conformado mediante la creación de las líneas regulares de vapores, los cables telegráficos submarinos, el Canal de Suez y los ferrocarriles coloniales. En estos factores se centra la presente obra. La aparición de la obra de este historiador británico,- mejor anglosajón o estadounidense- impresa por primera vez en Oxford en 1981, nos muestra la vigencia y progreso que las investigaciones sobre el pasado siglo tienen en la actualidad, presentando un vigor historiográfico que hace posible que autores ya clásicos como Hobson, Fieldhouse, Brunschwig, Cameron o Langer se encuentren en la actualidad en vías de ser superados. El libro de Headrick servirá de guía y aliento para todos aquellos que, aún en la actualidad, piensen que los sucesos comprendidos entre la Revolución francesa y la Gran Guerra son un campo de investigación y trabajo repleto de preguntas todavía sin contestar".

domingo, 2 de septiembre de 2018

Lo que no te mata te hace más fuerte


Tras la muerte de Stieg Larsson alguien tenía que heredar su universo. Ese alguien decidido por el padre y el hermano de Larsson fue el alemán David Lagercrantz. Todo ello muy a pesar de que la pareja de Larsson, Eva Gabrielsson, criticó el proyecto y se refirió a Lagercrantz como "una elección completamente idiota" para continuar la serie de Millennium. 

Era la primera novela de la saga no escrita por el creador de la saga y autor de los primeros tres libros de la serie tras su muerte debida a un ataque de corazón en 2004. Lagercrantz tuvo libertad de escribir dentro de las pautas marcadas en anteriores libros por Larsson. Él intentó mantener la complejidad de la serie con varias líneas argumentales pero no quiso imitar la "autoridad periodística" de Larsson. 


Con el retornaba Lisbeth Salander y una cuarta entrega. Sonny Mehta, el presidente de Knopf — el editor de todos los libros de Milennium — dijo que "Lisbeth Salander es una de las heroínas, pienso, del siglo XXI, y quizás la menos convencional. Es valiente, es intrépida, no tiene miedo a nada, tiene un núcleo moral (...) Y espero que el público disfrute con el retorno de la extraña pareja que forman Salander y el periodista de investigación Blomkvist" 

Una Salander que vuelve a se ser: ser un hacker y que vive alejada del hombre que la sacó del anonimato Mikael Blomkvist , un periodista que está más fuera de su querida revista Millennium, pues ya ha cambiado de propietarios. 

Quienes le critican, insisten en que ya es historia. En plena noche una llamada sorprende a Mikael: es el profesor Frans Balder, un ingeniero informático que trabajó en Silicon Valley , y un eminente investigador especializado en Inteligencia Artificial, y que ha vuelto a Suecia para hacerse cargo de su hijo autista August - tiene el síndrome de savant y es capaz de dibujar con una precisión matemática- , afirma tener en su poder información vital sobre los servicios de inteligencia de Estados Unidos. Su fuente es una joven rebelde, un bicho raro que se parece mucho a alguien a quien Blomkvist conoce demasiado bien.

Blomkvist y Salander entran en escena para enfrentarse a la organización que persigue a Balder. Mikael siente que el azar le ha puesto sobre la pista de algo grande, quién sabe si la gran exclusiva que tanto él como Millennium necesitan. Acechada por fantasmas del pasado, Lisbeth Salander, en especial el de su hermana gemela, Camilla Salander, fiel a su estilo, tiene sus propios planes.

domingo, 29 de julio de 2018

Una columna de fuego


Una columna de fuego (Saga Los pilares de la Tierra 3). Tercera entrega de la trilogía de los Pilares escrita por el galés Ken Follett. Si la primera fue magnífica y la segunda algo peor; la tercera, reconozco que no me ha gustado casi nada en ella. 

Supongo que conocer el periodo y lo que en él va a ocurrir no me ha inspirado tanto como ese mundo de la plena edad media y esa baja edad media. La obra publicada el año pasado, 2017, sigue teniendo como centro de su universo la ciudad inglesa ( y ficticia) de Kingsbridge con la unidad cristiana ya rota la historia se centra en la guerra de religiones que asoló Europa a partir de 1562, además de la disputa por el trono inglés entre Isabel Tudor y María Estuardo con sus apoyos externos como Alison McKay.

La familia de Builder es sustituida por sus descendientes, los ahora mercaderes Willard - siempre en la familias con sus mejores y peores miembros- protagonista de las idas y venidas de Francia a Inglaterra y de allí nuevamente a Francia, frente a la nueva aristocracia, la de los Fitzgerald. Unos y otros se disputan Kingsbridge. 

Con todo aparecen desde un esclavo en España - parece que los ingleses no permitían esclavos, tururú, como Ebrima Dabo Ahora se suman en otros espacios como París con un malo malísimo, ultra católico y repulsivo Pierre Aumande, una bella protestante Sylvia Palot, servil fiel de los Guisa, que propiciarán la "Matanza de la noche de San Bartolomé" , incluso aparece una Sevilla esclavista e inquisitorial, "typical spanish". Pero también viajamos con sus protagonistas a Ginebra y Edimburgo. Como entretenimiento no está mal, pero aportar, aporta poco.