lunes, 23 de septiembre de 2013

La visita de Don Juan



A pesar de que el otoño empezó ayer, hoy es cuando para tengo la sensación de que acabó el verano. Casi siempre el fin de la temporada estival y con ella la de la piscina coincide con el fin de un libro. Este año le ha tocado el honor a un libro del año 1990 firmado por el escritor venezolano Arturo Uslar Prieti.
La obra de la que hablo es “La visita en el tiempo”, una recreación de la vida de uno de los personajes históricos más relevantes de la Monarquía Hispánica: Don Juan de Austria. La versión con la que he disfrutado es la perteneciente a la colección de novela histórica de Salvat, concretamente el volumen 56.

El libro nos lleva inicialmente a la humilde educación de este hijo natural del Emperador Carlos V y Bárbara de Blomberg que pasa su infancia en Leganés bajo el cuidado de Ana Medina, antes de ser llevado – aunque él lo desconozca – ante su padre a Cuacos de Yuste, previa parada en Medina del Campo bajo  el cuidado en esos años en esos de Don Luis de Quijada, mayordomo del Emperador. Tras la murarte de su envejecido padre, tendrá que conocer la realidad negra de una España intolerante, por lo que tendrá que asistir a la brutalidad de un juicio del Santo Oficio y a un Auto de Fe en Valladolid. Es en esta ciudad castellana donde recibe la visita de su hermanastro Felipe II y el reconocimiento público de su linaje.
La historia  de su vida será la historia del reinado de Felipe II, y a través de detalles nos enteraremos de su traslado a la corte madrileña, de su vida junto al heredero Don Carlos, de sus juegos y confidencias con Isabel de Valois, Ana de Mendoza – la Éboli- y unos jóvenes cortesanos destacando entre todos ellos Antonio Pérez.
Desde su juventud se muestra como hombre de acción, pero el exceso de prudencia y , por qué no, de celo de su hermanastro lo relega siempre a un plano inmerecido. Se deseo de combatir lo lleva sin autorización a Barcelona para embarcarse y, únicamente la orden del rey, lo retiene. Cuando la situación se hace difícil especialmente en Granada (frente a los moriscos) y en el Mediterráneo ( frente a los turcos) será el encargado de asumir la responsabilidad. Su éxito en Granada, lo catapultará a encabezar la Liga Santa. La victoria en la bahía griega de Lepanto es su mayor éxito, aunque para Don Juan inconcluso dada la falta de nervio del rey y de los aliados. Las siguientes expediciones en el Mediterráneo son igualmente exitosas como ocurre en la toma de Túnez. Pero el incumplimiento de la orden real de destruir la Goleta frente a la antigua ciudad de Cartago, lo deja en una situación difícil ante el rey. Eso sí, le permitirá ser conocido como el Caballero del León, pero nunca – como hubiese sido su deseo- como el Infante o algo más.

La asunción de la secretaria del Estado por parte de Antonio Pérez nos llevará a los sótanos palaciegos, a la conspiración. La llegada a su lado de Escobedo encauza ligeramente su rumbo político que le llevará finalmente a Flandes como Gobernador, previo paso por Francia disfrazado de morisco. En Flandes tienen un primer y único triste encuentro con su madre Madama Blomberg. Allí la mala política, la militar o sea la de Alba, como la diplomática y pactista – la de Requesens , lo acerca a un mundo que lo aleja de España. La toma de Nemur es su último hito militar, pero también la evidencia de que Felipe II lo quiere lejos o mejor no lo quiere. Lo que no hicieron los rebeldes granadinos, ni los turcos, ni los venecianos, ni los tunecinos, ni los flamenco, lo harán las fiebres. Si en el inicio vemos cómo Don Juan se preguntaba ¿quién era?, al final, en su lecho de muerte, tiene una respuesta: Es él.

Estamos ante un gran libro, una magnífica novela histórica que refleja de manera clara y documentada el reinado de Felipe II, con todas sus oscuridades y sus miserias.    Me ha llamado la atención la perfecta narración y el uso tan preciso y propio de un lenguaje por parte de este escritor hispanoamericano que fue premiado en 1990 con el premio Príncipe de Asturias de las Letras.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Final de verano... literario


Con cierto retraso publico esta entrada, pues el libro terminé de leerlo sobre el 4 de septiembre. Este libro llegó a casa como regalo de un buen amigo a mi mujer, pues parte del contenido del mismo tocaba directamente, no tangencialmente, el tema de las Matemáticas. Matemáticos son dos de los principales protagonistas, Martín, un estudiante de matemáticas argentino y Arthur Seldom, un eminente profesor universitario especializado en la lógica matemática, numéricas las pistas o la resolución de una demostración matemáticas, la de Fermat, es el acontecimiento que nos sirve de marco para la conclusión de la historia, la demostración realizada por Andrew Wiles. 
El caso es que mi mujer leyó de inmediato la obra, mientras yo esperé a ver la película que para ese momento sabía que la estaba rodando Alex de la Iglesia y que tenía como protagonistas a Elijah Wood como Martín y a John Hurt como Seldom. Estábamos a inicios del año 2008.

La historia se inicia cuando Martín viaja a Oxford con una beca. Allí se instala en una vivienda alquilada propiedad de Mrs.Eagleton en la cual vive también su nieta, Beth, que la cuida porque está enferma. Pero poco después de su llegada se encuentra con el cadáver de la anciana que lo alojaba, junto con un desafío matemático del asesino. Precisamente ese día conoce al prestigioso matemático Arthur Seldom. 
La investigación llevada por el inspector Petersen. A Seldom le han dejado una nota en su buzón, al parecer del asesino, con un círculo. Se inicia así, paralelamente a la policía, su propia investigación, guiado por su maestro, el eminente lógico, pues Seldom cree que es un asesino que lo conoce y lo está retando a un problema matemático y que el círculo es el primer término de la sucesión. Posteriormente aparece otra nota y otro cadáver procedente de los enfermos crónicos del hospital con el símbolo de un pez. Los médicos creen que ha sido un muerte natural pero ven indicios de una aguja, pues pudiera haberle inyectado un veneno indetectable. A pesar de los dos términos, Seldom se muestra remiso a sacar a la luz la progresión. Más tarde aparece un tercero. La sucesión continúa.

Martín vincula todo esto a la "La hermandad de los pitagóricos" cuyo símbolo, un tetraktys, puede suponer la clave. Entre medias aparecen los juegos de lenguaje de Wittgenstein, el teorema de Gödel y las sectas matemáticas antiguas. 
Los crímenes de Oxford, tal y como se editó en España, es la primera novela que he leído de Guillermo Martínez, un autor premiado en su país, y que consiguió distribuir su libro que originariamente se llamó Crímenes imperceptibles y fue publicada en 2003 .

Estamos ante una novela negra, corta, atractiva en su temática en la que se conjuga la filosofía, matemática hasta la prestidigitación, enmarcándonos la historia en sombríos hospitales ingleses, o en la vida universitaria de Oxford como escenarios de la historia. Atractiva para la lectura y apropiada para un verano de piscina. Ha sido así la última de verano, o casi, pues me espera El Cuarto Protocolo.

De más a menos


El pasado jueves casi dí por concluido mi verano literario y, en parte, digital. Para poner fin al mismo aposté, también, por dar punto y final a la trilogía de John Vernon, aquella que tiene como hilo conductor al detective policial retirado que responde al nombre de David Gurney. Si en la anterior entrada la novela referida fue "No abras los ojos ", y la puse en contacto con la anterior, "Sé lo que estás pensando", ahora damos la puntilla a la trilogía con "Deja en paz al diablo". 
Para empezar diré que es una trilogía que va de más a menos. Y eso que parte siempre de un mismo postulado: nada es nunca lo que parece. 
Vernon ha realizado un trabajo con cierta continuidad temporal. Y en esta última novela sólo han pasado seis meses desde los últimos acontecimientos en los que el protagonista, David Gurney, estuvo a punto de morir tras el tiroteo llevado a cabo en esa clínica laboratorio y entre los siniestros malvados ligados aun clan sardo. 
Lo cierto es que Gurney apenas ha conseguido reincorporarse a una cierta normalidad después de haberse encontrado al borde de la muerte tras resolver el caso más peligroso al que se había enfrentado. En la sinopsis se nos dice igualmente que Madeleine, su esposa, sigue estando preocupada por su marido , pues ha sido diagnosticado con síndrome de estrés postraumático; aunque ella parece tan ensimismada como en las novelas anteriores. 
Parece que nada ni nadie alegran ni a uno, ni a otro. Sin embargo, la llamada de Connie Clark, la periodista que creó la leyenda de Gurney como el “superpoli” y la que lo catapultó a la fama, solicitándole ayuda lo vuelve a meter en faena. Ahora el caso está protagonizada por la hija de Connie, Kim Corazón. La joven estudiante de una extraña combinación entre periodismo y psicología revitaliza, gracias a un documental sobre las familias de las víctimas, a un asesino en serie al que nunca atraparon, y que responde al nombre del Buen Pastor. A esto se le une el hecho de que el documental será emitido por Telecinco, ¡ah, no, perdón!, por el canal por cable RAM, especialista en carnaza y el morbo. De ahí mi error. 
Connie quiere que Gurney supervise sus investigaciones y la guíe. Y , como siempre, este investigador sin voluntad propia, se implica , en parte por aburrimiento y en parte por hacerle un favor a Connie. Sin embargo, esto no será más que el principio. Incapaz de ponerle coto a su curiosidad y a su necesidad de resolver cada una de las incógnitas que se le presentan, David Gurney se verá arrastrado a una investigación para descubrir la verdadera identidad del asesino. Un asesino que es tan miserable( sobre todo cuando descubres el final) , imprevisible como peligroso. 
Al comienzo de la historia podemos ver como la vida de Gurney ha cambiado radicalmente desde este suceso, pues un dolor de su brazo y un zumbido constante en su oído, que parece únicamente molestarle al inicio de esta tercera entrega le han convertido en alguien no muy agradable en el trato especialmente entre sus antiguos colaboradores (sus inspectores, - aunque he echado en falta a Rodríguez- , Becca, etc…). 
Al principio comienza como suele actuar Gurney, un simple favor, en este caso alentado por su mujer: una asesoría. 
Más tarde, Dave se implicará tanto que como en anteriores libros pondrá en peligro tanto su vida como la de su protegida e incluso su familia, en donde, por fin, su hijo Kyle juega cierto protagonismo. 
David Gurney, incapaz de ponerle coto a su curiosidad y a su necesidad de resolver cada una de las incógnitas que se le presentan, se verá arrastrado a una investigación para descubrir la verdadera identidad del asesino. A pesar de que ya han pasado diez años del caso y de que intervinieron en el mismo los mejores agentes, entre ellos el deslenguado Hardwick , dando las mejores teorías, lo cierto es que Dave apuesta nuevamente por revisar las pruebas, los perfiles y los viejos archivos, y establece nuevas hipótesis. En definitiva Gurney está ante un diablo al que convendría dejar en paz. El final, ya lo averiguaréis, pero como siempre resuelto a toda prisa en el último momento. 
Estamos, como en los anteriores, ante un buen libro, bien escrito, tan ágil como arrítmica, con una buena trama aunque algo farragosa en la que los personajes protagonistas (Gurney y familia) siguen con sus cuitas, aunque en este caso la relación entre Madelaine y Dave es algo más llevadera, con muchos peso del psicologismo, especialmente, el forense que lastra un poquito la novela. 
En esta novela, como en la primera y la segunda, John Verdon, un publicista que, tras jubilarse, decidió escribir una novela para entretener a su mujer, ha repetido la fórmula del éxito y le ha funcionado, aunque desde mi punto de vista , parcialmente. El autor continúa jugando al despiste, nos dosifica las pistas, y no es hasta el final cuando las piezas del puzzle parecen encajar. 
Estamos ante una novela ideal para estos días vacacionales que languidecen, que en relación a las otras, van de más a menos, y que nos acercan a lo que decía Danza Invisible, al fin del verano, que siempre es triste.