jueves, 4 de junio de 2015

Hasta siempre, amor

 
Cuando me propusieron que participara en este acto, en esta celebración, estuve planteándome unos temas y descartando otros sobre los que hablar. Esto me ha durado varios días y realmente hasta ayer no me decidí por uno en concreto. 

Descarté, - abiertamente- dar una clase magistral sobre Geografía, Historia o Historia del Arte – ya está bien, ¿no creéis?, ya habéis sufrido lo suyo a lo largo del curso. 

Descarté igualmente hablar sobre el futuro al que debéis enfrentaros de manera inminente en la Selectividad, en la Universidad, en un ciclo formativo de grado superior, en oposiciones diversas o sobre la difícil inserción en el complicado e incierto mundo laboral. 

Descarté hablar de anécdotas vividas con vosotros como profesor o como Jefe de Estudios en estos últimos años. 

Descarté de narrar historias contadas por el profesorado, mis estimados compañeros y compañeras, vuestro profesorado, que han estado trabajando con vosotros, inculcando conocimientos o transmitiendo sus experiencias profesionales y también las vitales. 

Por último, descarté, pensé, dudé y, finalmente, aposté por algo tan básico y sensato como acabar hablando de un tema que os lanzado hace años y que, realmente, estoy convencido que debe terminar hoy. 

Me remito ahora, a vuestra memoria dos años atrás. En concreto al mes de septiembre de 2013. En esa fecha, como en años anteriores, y en mi calidad de Jefe de Estudios cuando recibíamos al alumnado para primero de Bachillerato me gustaba usar un símil para referirme a los estudios que acababais de empezar. El símil trataba sobre una singladura, sobre un periplo, un viaje, para referirme al corto pero intenso recorrido que empezaba ese día. Un periplo que no era muy largo como ya he dicho – dos años- , pero sí muy intenso, y ese viaje culmina hoy. 

De cualquier manera como decía un viejo paisano nuestro, un romano, Lucio Anneo Séneca: No hay ningún viento favorable para el que no sabe a que puerto se dirige. Indudablemente ha sido una travesía compleja, no exenta de dificultades. Pero si estáis aquí presentes es una buena señal. Han sido dos años en el que vosotros y vosotras os habéis ido transformando no sólo personalmente, sino sobre todo, intelectualmente. A lo largo de estos años habéis conocido a muchos compañeros y compañeras que lo serán, posiblemente, de por vida. Os aseguro que las amistades que florecen a vuestras edades permanecen en el tiempo. Sí, hemos llegado a puerto. 

Hemos tenido tiempo para estar en contacto, para retener los mejores recuerdos y para renunciar a los malos, que seguro que los ha habido. ¿Qué debéis de mantener en el recuerdo? Cada uno habrá seleccionados los suyos. 

No obstante , antes de que deje el estrado , creo que es el momento de los agradecimientos. Por lo pronto, hay que dar a todos los presentes, especialmente, a los que hoy son protagonistas indiscutibles, a vosotras y vosotros, alumnas y alumnos de segundo de Bachillerato por haber ido contruyendoos como personas. También desde aquí quiero dar las gracias a todos los padres y madres de los presentes, básicamente, por haber respetado nuestro trabajo y , a la vez, porque sois colaboradores necesarios de nuestra labor docente. 

Por supuesto, también quiero dar las gracias a mis compañeros y compañeras, y especialmente a nuestro Vicedirector, por permitirme hoy ser el portavoz de este claustro y sobre todo que me está dando la oportunidad de despedirme públicamente de todos los presentes. Además de daros las gracias, quiero desear a todos los presentes mucha suerte en el futuro, y que guardéis el mismo grato recuerdo que yo guardaré de todos vosotros y vosotras. Y como decía Gabriel García Márquez: La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda, y como la recuerda para contarla”. 

Como cantaba Jim Morrison “This is the end / Este es el final”, y desde este estrado os quiero decir hasta siempre. El hasta siempre lo utilizamos cuando dejamos de ver a una persona que ha sido habitual durante un tiempo. Un hasta siempre no es del todo triste, un hasta siempre nos permite NO OLVIDAR, y nos abre la posibilidad de compartir maravillosos momentos, muchos de ellos simples y cotidianos, aunque no tengamos a esa persona a nuestro lado. 
Quería acabar con unas palabras de Federico Silva, un famoso compositor de tangos de los años 50, jugando con dos de canciones: En nuestra despedida y Hasta siempre, amor; pero he encontrado antes de cerrar esto, una frase de García Márquez, allá donde estés, llena de sentido y que le he pedido una vez más prestada al escritor colombiano: “Recordar es fácil para el que tiene memoria. Olvidar es difícil para el que tiene corazón”. Y aquí, en este centro, os hemos educado para que no perdáis nunca el vuestro. 

Hasta siempre.

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