domingo, 30 de junio de 2013

La soledad de un corredor


No recuerdo haber visto La soledad del corredor de fondo, la película de Tony Richardson, director del llamado Free Cinema inglés, y que está considerada como una película imprescindible, espléndida y emotiva. Un clásico de la cinematografía europea.

Sin embargo, acabo de leer la novela corta escrita por el escritor inglés Alan Sillitoe (1928- 2010). Alan Sillitoe fue un escritor inglés, al que se vincula al movimiento de los "Angry Young Men" , o sea , la “generación airada” de los años 50 y crítica con los valores imperantes en la Inglaterra de postguerra.
He leído que nació en el seno de una familia de clase obrera y esto se refleja indudablemente en esta obra. Su relato The Loneliness of the Long Distance Runner, que narra la rebelión de un joven proveniente de un borstal con talento para el atletismo, le ganó el premio Hawthornden en 1959. 
En su pequeña obra de extensión el padre es un protagonista ausente, pues ha fallecido debido a un cáncer de garganta. Con su muerte la familia consigue una indemnización de 500 libras, que lleva a la madre a invertirla en ropa y sobre todo, en una televisión. 
El protagonista de nombre Smith es su héroe, más bien un antihéroe que quiere demostrar al director del Borstal lo que realmente es la honestidad. Y lo demostrará en esa carrera en la que compiten los chicos del Borstal. Entre medias va fluyendo las razones por las que acabó en ese lugar (su familia, la despreocupación de su madre, la ambición, el robo en la panadería acompañado de su mejor y único amigo Mike, y triple entrevista con el policía, con el director del Borstal y , sobre todo, consigo mismo. El prefiere seguir corriendo sin necesidad de ganar ninguna medalla; “cuando te has dado el gusto de sentirte como si fueses el primer hombre en la tierra en una mañana helada, si ya has experimentado el mismo malestar que ese último hombre en la tierra una tarde de verano, seguro que al final lograrás sentirte como el único hombre en la tierra, y te importará un bledo lo bueno o lo malo, puesto que te limitarás a continuar trotando con tus zapatillas, golpeando el buen terreno seco que al menos nunca te jugará una mala pasada.” 
Eso es La soledad del corredor de fondo de Alan Sillitoe un relato consigo mismo para ver hasta que punto tú eres tan honesto , a pesar de tus desgracias, como los demás. Sillitoe para ello creó un joven complejo que se rebela contra el establecimiento, contra el policía y jefe. Y lo hace en un relato humanizado para criticar la injusticia o para reflejar la opresión sobre el funcionamiento de la mente humana.

He leído que tras su paso por Malasia después de la Segunda Guerra Mundial tuvo una tuberculosis y pasó 16 meses en un hospital militar, donde comenzó a formarse a sí mismo mediante la lectura de los clásicos griegos y latinos. Algo similar a lo que le ocurre al protagonista de su novela que enfermo de pleurasia lográ escapar de su destino: entrar en el ejército. 
Con La soledad del corredor de fondo y otras historias ganó el Premio Hawthornden. La colección incluye algunas de sus mejores obras, pero fue la historia del título, en el que un niño Borstal pierde deliberadamente una carrera que es capaz de ganar con el fin de fastidiar al gobernador y así conservar su autoestima, la que ganó un elogio particular. 
La vida llevó a Sillitoe además de a su país, a otros lugares como Mallorca o Tánger, e incluso a Volgograd (1964), la antigua Stalingrado. Parece ser que tras The Loneliness of the Long Distance Runner Alan Sillitoe nunca recuperó la fama, ni el enfoque de sus primeros años. Por lo que nos encontramos con una obra corta que tuvo una enorme repercusión en la Inglaterra de finales de los 50 y que , según, Javier García Sánchez “ nos deja una impresión mágica de vernos retratados en esa carrera solitaria contra las circunstancias que toda persona con inquietudes cree haber realizado alguna vez en su vida. Es una a la libertad y al inconformismo”. 
Todos, quien más, quien menos, ha corrido alguna vez largas distancias, alguna carrera y durante la misma hemos reflexionado  y  pensado desde el por qué estamos allí, pasando por el problema que hemos dejado atrás en el trabajo, o cómo plantear esto o aquello. Esto hizo Sillitoe y este tipo de relato lo cierto es que ha sido modélico para otros autores dando lugar a relatos interiorizados en los que permanentemente escuchamos lo que el protagonista se dice, o nos dice.

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