jueves, 10 de septiembre de 2015

Montalbano, grazie mille


Llegué a Salvo Montalbano gracias a dos compañeras de trabajo y a una versión televisiva en la que  el protagonista, Lucca Zingaretti, se parecía tanto a mi persona que siempre me referían a un razonable parecido conmigo. Yo les pregunté de dónde había salido el personaje y ellas me aclararon que era producto de la pluma de un escritor, Andrea Camilleri.

Me resultó curioso que ellas me hablaban que el escritor de Porto Empédocle se había inspirado la figura del detective Carvalho surgido de la mente de Manuel Vázquez Montalbán. De hecho el nombre es un homenaje al escritor catalán y a sus intereses: la novela negra, la comida y el ambiente mediterráneo. 

Montalbano trabaja en la localidad de Vigata, en la provincia de Montelusa (dos nombres que, según he leído en la Wikipedia son inventados , algo que nos aclara Camilleri en la primera página del libro, y que en realidad correponden a Porto Empédocle y la provincia de Agrigento, respectivamente)y como dice Camilleri en la introducción a su libro es "un pequeño pueblo que, si bien no aparece en ningún mapa, es tan real como la vida misma". . 

Curiosamente, en un artículo publicado en El Mundo escrito por el mismo, y titulado Así inventé a Montalbano, nos cuenta la génesis del Comisario favorito de los italianos. 

La obra que he terminado de leer esta tarde es "La forma del agua" escrita en el año 1994. Y en ella se nos presenta al comisario Montalbano como todo un personaje que resulve un caso de muerte natural en el que está implicado un político, algunos de sus familiares, abogados y todo tipo de intereses.

Montalbano es como Sicilia,  rabiosamente humano, con sus defectos y sus virtides, a veces, con grandes miserias en las que se conjugan lo salvaje con lo sublime, lo excelso con lo encantador, lo irracional de la brutalidad con la fidelidad más absoluta.

Además nuestro Comisario de cabecera se inspira en obras y escritores de la isla, como la mención a la obra de Giusseppe Tommassi de Lampedusa y el Príncipe Don Fabrizio Salina del Gatopardo o al Cándido de Leonardo Sciacia. Pero también en esta inicial obra que Livia , su novia del norte, sin quererlo, le hace ver que ha actuado casi como un pequeño dios, pues interviene resilviendo la farragosa muerte, pero sin castigar a todos los que han propiciado su ocultamiento. Es un obra corta, muy agradable de leer , aunque existan momentos desagradables dada la histria. Eso sí, da un enorme hambre mientras la lees, ya que este gran amante de la gastronomía nos describe esos platos que me hubiese gustado que detallara un poquito más como esos pulpitos o esas gambas cocidas con ajo. Dios, ¡qué hambre! Me voy a cenar. Buenas noches.

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