viernes, 25 de julio de 2014

Se ha escrito antes del crimen


En el verano del pasado año fallecía Javier Tomeo. Por ello leí un libro suyo titulado "Patio de butacas" una obra que me recordó vagamente a la literatura vinculada con el absurdo, más concretamente al teatro del absurdo. 
Curiosamente la obra que he terminado de leer hoy tiene que ver también con un patio de butacas. En este caso, las de un cine, la del cine Oriente, lugar de programas dobles, refugio de pajilleras y pajilleros, reino de sombras y sueños. Este fue el lugar del escenario de un asesinato que alertó a un diario como "El Caso" y convulsionó una ciudad como la capital del Turia en el año 1950. 
Fue en la ciudad de Valencia, aunque el libro no lo menciona. Buscando en Internet he encontrado unas referencias al asesinato en un artículos del diario vilenciano "Las Provincias". pero hay detalles en el libro que te remiten a ella: la luz, el mar, los burdeles como el Cañaveral, las acequias pestilentes... 
El crimen del cine Oriente es una novela, no muy extensa, publicada por la Biblioteca El mundo, en el año 2001 y en su volumen 139, que tiene como protagonista a María, una pobre desgraciada que sale de Guatemala para ir a Guatepeor. Deja a su chulo, Gustavo, – ella es prostituta y acaba en brazos de un borracho desgraciado, Salvador, el acomodador del cine Oriente. Durante una semana, ambos personajes mantienen una peculiar relación que desembocará en tragedia. 
El libro fue escrito en 1995 e, inicialmente, no iba a ser novela sino un guión de cine como nos comente en la introducción la persona que le encargó el guión para la serie televisiva La Huella del Crimen y que fue el encargado de llevar finalmente al cine, el director Pedro Costa.

Pero de ese proyecto de guión surgió un libro que, finalmente se adaptó en la película. Reconocer que realmente yo conocía la historia pues yo sí había visto la película del año 1997 , dirigida por Pedro Costa en la que Anabel Alonso y Pepe Rubianes, asumían los papeles de María y Salvador. 

Conocía su final, pero no esta obra literaría, cortita, como debe ser. Como alguna vez he dicho aquí sí se cumple el dicho, lo bueno y breve, dos veces bueno. Es más, me ha encantado.
Javier Tomeo, es curioso, no se detiene en la parte truculenta ( descuartizar el cuerpo, colocar la cabeza detrás de la pantalla del cine, en una caja de galletas, depilar las piernas y pintar las las uñas de los pies del muerto para despistar a la policía), sino que lo hace en los hechos anteriores al crimen y sitúa a los dos protagonistas en la semana anterior comenzando la novela en el momento en el que se conocen. La obra comienza con lo siguiente: 
"Recuerdo que estaba lloviendo a mares y que entré en aquel cine porque no tenía otro sitio donde meterme. Era domingo, habían dado las diez de la noche y hacía bastante rato que había empezado la película. Me senté en la última fila y lo primero que hice fue quitarme los zapatos, que se me habían puesto perdidos de barro." 
El cine Oriente es el lugar que escoge María para protegerse de la lluvia. La chica de grandes pechos y el acomododador después de aprovechar la primera coyuntura deciden iniciar una vida en común pero sus esfuerzos resultan inútiles. La nula actitud de él, sus feos hacia ella, su tendencia a la bebida y , a la par, a la mentira encaminan la relación al fracaso. 
Y así tenemos a dos seres marginales y extraños viviendo juntos sin conocerse, entre los que no hay comunicación y con unos diálogos geniales cargados de tacos, inteligencia - por parte de ella- tensión y malos modos.
Una noche después de muchos feos, ella le solicita a él que le devuelva el dinero que le había prestado y el responde que le cobrará por haberse alojado allí, pero al descubrir que ha roto los pocos recuerdos que tiene de su familia, unas fotos, lo empuja y el hombre se golpea causándole la muerte involuntariamente. E
lla, que ese mismo día ha visto una película de terror en la que una chica mata a un hombre pensando que es uno de los malvados, repite lo que ha visto. Opta por descuartizarlo en el cuarto que hay tras la pantalla. 
Con un estilo sobrio y minimalista, con frases cortas, pero contundentes entre dos perdedores rodeado de derrota por los cuatro costados, Javier Tomeo nos ofrece una novela negra desde la perspectiva inocente y femenina de una asesina sin malas intenciones. 

Me ha gustado especialmente el uso del lenguaje, pues ella es tan sensanta como ordinaria, pero responde a una ordinariez profesional. Lo que dice lo dice muy bien y con tanta tranquilidad como nos cuenta el final: 
"Mi última oportunidad, sin embargo, fue imitar a la tía de la película, es decir, partir en trozos al hombre que hubiera podido cambiar mi vida. En cierto modo, no me dieron a elegir otra cosa."

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