lunes, 28 de julio de 2014

Igualar por abajo, generar desigualdad


Hoy he leído una noticia en el diario El mundo y tengo que comentar - si no reviento- que lo que aquí se dice ,  y yo lo ratifico, es cierto. Son cosas del sistema escolar que tenemos aquí, en Andalucía, en muchos aspectos penoso. 
Que nosotros como profesores tenemos una cuota de responsabilidad en esto, por supuesto. Pero, al igual que puedan tener los padres y madres, o nuestro alumnado. Sin embargo, entiendo que una parte, posiblemente la mayor, de esa responsabilidad reside en nuestra administración educativa. 
La noticia que quiero comentar viene referida a la prohibición que tenemos los profesores y profesoras andaluces a la hora de pedir un material complementario a nuestro alumnado, cosa que es cierta. Y pongo un ejemplo concreto de mi centro.
Los datos , año tras año, resultan desalentadores en alguna materia de ámbito lingüístico, en concreto, a la hora de  la adquisición de destrezas en lengua extranjera, especialmente, en lengua inglesa. Las dificultades son enormes. Unos padres, los que pueden, la solventan pagando a sus  hijos e hijas clases particulares en academias de inglés. Sin embargo, en el barrio hay pocas academias , y de inglés, menos. Ante estas dificultades que sufre parte de nuestro alumnado, el profesorado de la materia ha propuesto, sensatamente, mil y una vez, la adquisición de material complementario, léase un cuadernillo, para la realización de actividades de refuerzo en esta lengua y, siempre, con la razonable intención de que los resultados no sólo mejoren, sino para que vayan creando una base sólida en el conocimiento de esta lengua. Pues nada, opción denegada.
Desde la Delegación, a través de la inspección educativa, se ha dado la orden taxativa de prohibir esos cuadernillos, a pesar de las dificultades encontradas en las aulas. La razón, como bien dice el artículo, es que está prohibido, insisto prohibido - ¡viva la libertad! -, pedir al alumnado andaluz un material añadido fuera del que se adquiere a través del Programa de Gratuidad de los Libros de Texto, el conocido como cheque-libro, que cubre el 100% de los gastos en manuales en Primaria y Secundaria en los centros públicos y concertados. 
La justificación de la Junta siempre es la misma: hay que evitar la discriminación» de las familias más pobres. Como vemos es la idea de la igualdad, pero una igualdad siempre por abajo, con lo que se lastra, evidentemente, a muchos alumnos, muchos de ellos, posiblemente la mayoría, de las familias más necesitadas. 
El problema está en el origen, en la naturaleza no intencionadamente perversa, pero, finalmente, perversa, del Programa de Gratuidad de los Libros de Texto. ¿Qué los libros sean gratis está bien? Pues depende. Son gratis para todos. Para el que tiene poco - bien- , pero también para el que tiene mucho - mal-. Al menos, a mí me parece mal. Habrá que recordarle a la Junta que hay andaluces que también pueden gastarse un dinero en libros de texto. O ¿es que los padres y madres de los niños andaluces no compran a sus hijos e hijas móviles, le pagan los datos mensualmente, le compran la Playstation o la Xbox, y sus respectivos juegos?. Esto, posiblemente, pueda superar el valor de los libros de texto. Yo creo que sí. Indudablemente, sí.
Si a mí me preguntarán si el programa debe de dar gratuidad a todo el alumnado andaluz hasta cuarto de la ESO. Yo, respondería que no, pues es un exceso. Sería más sensato un generoso, generosísimo, programa de becas para aquellos que realmente necesitan adquirir los libros de texto y el material escolar. Eso es mejor que libros para todos, lo puedas pagar o no.
Recuerdo que le comenté a mi inspector que me parecían las becas la mejor de las opciones y él, en privado, me dió la razón. Lo triste es que eso no lo puede decir en público, y menos, ante sus superiores. Son cosas de los vínculos con el poder. Y la inspección educativa forma parte de ese engranaje de poder, que al estar cerca del mismo, acepta la órdenes sin ponerlas en duda, y actúa como correa de trasmisión por muy absurdas que sean en ocasiones.
Pero nada, aquí, en Andalucía es que somos más chulos que un ocho, el Programa de Gratuidad de los Libros de Texto es para todos. Con dos  huevos. Al igual que fue , en su momento, los ordenadores portátiles. ¿Este año habrá tablets para todos? Eso se rumorea. ¡Qué bien , si eso es cierto, nuestros alumnos podrán jugar en clase al Clash of Clan!
Da igual que se aumente la ratio por clase, que no se contrate a profesorado cuando esté de baja por enfermedad, que se sigan manteniendo las veinte horas lectivas para el común del profesorado o que se supriman unidades de bachillerato de los centros. Lo que importa es la gratuidad para todo hijo de vecino.Para el que no tiene dinero, vale. Para el que tiene, también. La igualdad por encima de todo. Habría que recordarle a nuestra administración, por lo obvio, que lo que es gratis, no vale nada. Y esto último se puede aplicar con su doble sentido.
Hemos dicho que la igualdad por encima de todo, pero ¿y la libertad? No, eso no se puede permitir. Es más, y volviendo con lo anterior, la Consejería de Educación andaluza vigila, - prohibir y vigilar, esto se va pareciendo al “gran hermano orwelliano”- para que los centros no incumplan la norma. Más aún, un verbo tan inofensivo como recomendar -verbo amable donde los hubiere- no está permitido. Aunque ese alumnado lo necesite. La adquisición de ese material extraordinario, -esos cuadernillos de inglés, lengua o matemáticas , o de libros de lectura- se persigue duramente. La inspección, de hecho, ante la denuncia de un padre que haya recibido la recomendación de un profesor - ¡quién se cree éste! - puede llamar a los miembros del equipo directivo a capítulo. ¡Pecadores! 
Ante este gusto por prohibir que tiene la administración, la respuesta ha sido que muchas actividades de refuerzo han sido diseñadas por el propio profesor. No es extraño, incluso, que el profesorado haya elaborado, incluso, gran parte del contenido a través de webs, websquest, blogs, ppt, prezi o exe_learning o actividades interactivas con hot potatoes, u otras herramientas. Muy bien, vale, pero esto no oculta la "falta de libertad" profesional con la que se mueven los docentes en Andalucía. No podemos recomendar, pero sí trabajar, y, en ocasiones, lo hacemos con ataduras ( limitaciones, cortapisas, como queráis llamarlo), sin reconocimiento profesional y con un evidente menosprecio hacia nuestras directrices profesionales. Y este menosprecio llega hasta en lo económico. Da igual que, según el CSIF, que nuestra pérdida del poder adquisitivo en estos últimos años supere el 30 %. Para los profesionales de la educación andaluza, como para el resto de funcionarios andaluces - también catalanes, creo-  somos los únicos que no hemos cobrado la totalidad de la paga extraordinaria, (...p´a qué, con lo bien que viven) . Al menos, ¡qué menos!, tenemos el derecho de quejarnos - en ese sentido sí que somos libres- ante la mala (en ocasiones, pésima) gestión educativa.
Desde mi propia práctica docente también existen situaciones paradójicas que se transforman en absurdas. La cantidad de veces que hemos hablado de la necesidad de potenciar las técnicas de estudio hacia nuestro alumnado. Ese famoso "aprender a aprender". Pues bien, y volviendo al tema de los libros, como los mismos han de pasar de unos alumnos a otros ( en algún caso llevan hasta seis años pasando de unos a otros),  y , lógicamente, deben conservarse en el mejor estado posible, nos encontramos con la imposibilidad de desarrollar una de las técnicas de estudios más usada a los largo del tiempo: la de subrayado. ¡Qué técnica más rancia! Ya, es antigua, pero ¿cómo vas a estudiar literatura, ciencias naturales o historia? Ya sabes. Claro, opciones hay varias: esquemas, resúmenes,... o le dices al niño, te lo lees  y punto. Puede parecer una chorrada, pero esta técnica de trabajo queda limitada, si no prohibida – volvemos a las andadas-, ya que el libro ha de volver en perfecto estado de conservación para su uso al curso siguiente. ¿Cómo vas a subrayar un libro que más tarde ha de usar otro? ¿Cómo va la familia a restituir el libro o a comprar otro porque al mentecato del profesor se le ha ocurrido semejante despropósito de resaltar en el libro las ideas principales, subrayar el contenido más relevante, o se hayan realizado anotaciones en los márgenes para completar el contenido?  ¿Cómo habrán estudiado nuestros dirigentes? Seguro que eran unos superdotados y no necesitaban de algo tan pueril. ¡Qué poca vergüenza tienen estos profesores y profesoras!
Y si pregunta uno de tus alumnos ¿se puede comprar un diccionario?. Silencio sepucral. Y tú ¿Qué dices? ¿Sí o no?. ¿Se puede, o eso es generar desigualdad? Lo importante es ¿deberíamos recomendarlo? Recomendar, no. De todas maneras, no pasa nada. En un futuro ¡qué usen la tablet! Así se libran de aprenderse el alfabeto.
Se sabe, y aquí viene publicado, que el servicio de Inspección de la Delegación de Sevilla ha apercibido a un colegio de esta provincia por utilizar en varios cursos de Primaria material didáctico complementario (material bibliográfico adicional como cuadernillos y libros de lectura), y que se le envió un escrito en el que se le recuerdaba que no estaba permitido reclamar la compra de libros de lectura, ni siquiera cuando se haga «de forma voluntaria», ya que «esta práctica supone un incumplimiento» de las Instrucciones del 11 de junio de 2013 de la Dirección General de Participación y Equidad sobre el Programa de Gratuidad de los Libros de Texto para el curso escolar 2013/2014 y del Decreto 227/2011. 
A veces , la Consejería de Educación recomienda - ellos si pueden recomendar- que sean adquiridos por el centro para la biblioteca de aula....Where´s?...  I don´t know!.
También pueden recomendar que la comprase el centro con sus fondos propios. Pero ¿cuándo han realizado un nuevo ingreso para los gastos de mantenimiento del centro? Yo no tengo constancia. A finales del mes de junio en mi centro, así como en el que estoy como representante de los padres en el Consejo Escolar, sólo se había recibido un único pago - hablamos de allá, por el primer trimestre- y , a día de hoy, se le debían a una  gran parte de los proveedores y no proveedores. Es más, tengo que reconocer que  ni tan siquiera me han pagado las dietas por realizar un viaje de una semana con 25 alumnos/as, lo que supuso para mí un desembolso - por adelantando y procedente de mi bolsillo- de una "curiosa" cantidad de dinero para sufragar el transporte. Todavía estoy esperando que alguien me de las gracias (al menos, los padres y madres si que me da dieron pues estuve cuidando de sus hijos/as una semana completa, incluido sábado y domingo) y también ...el dinero. Pero éste,  ni está  ni se le espera. 
Volviendo al principio, decir que lo malo es que esta igualdad por abajo, que tanto gusta a los dirigentes de la Junta, al final genera desigualdad. La administración no advierte que esto que defienden no es igualdad, sino uniformidad. Es, por decirlo  de alguna manera, homogeneizar en lo mínimo, impidiendo que se suba de ese mínimo. Es eso, se queda en lo mínimo. Todo esto ayuda a que la Andalucía Educativa se encuentre- como en otras muchas cosas, salvo el paro- en el furgón de cola de este país.
Un dato, y lo recalca el artículo, estamos cuatro puntos por debajo de la media nacional en los hábitos de lectura, sólo por delante de Extremadura, Murcia, Asturias y Castilla-La Mancha. Ya no es posible recomendar los libros que antes se recomendaban. Adios a la libertad, viva la igualdad. Con un poco de suerte todos los niños de la clase tendrán el primer libro de Manolito Gafotas o de Fray Perico en su borrico. Ya no se pueden pedir los libros de lectura propios de Literatura anterior al siglo XX, o , incluso, de parte del siglo XX. Al menos, es muy posible que muchos sean ya de dominio público, sí ha transcurrido 80 años de la muerte del autor, y que uno se lo pueda descargar en casa. Aunque yo en clase ¡cómo voy a decir que se descarguen libros en su casa! Estaré generando desigualdad, pues unos tendrán internet y otros no.
Pero volviendo al refuerzo de lengua  - ¡Qué importan las reglas ortográfícas!-  , o el de matemáticas- ¡Qué importan los refuerzos de matemáticas! - o del inglés - ¡Qué importa la formación en inglés!- , o la posibilidad de lectura juvenil contemporánea ...Es más ¡Qué importa la lectura! Si sólo sirve para disfrutar, para evadirnos, para mejorar en la escritura, para entender mejor el mundo, para pensar, o para ser más libres. Pero parece que, para algunos, la libertad no es posible y lo que prevalece es una mal entendida igualdad. Menos mal  que nos queda la fraternidad.
  

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