martes, 1 de julio de 2014

La queja de un malo de película


Ayer fue mi último día como Jefe de Estudios de mi centro. Me fui como creo que hay que irse, en silencio, sin dar portazos, sin quejarme. El trabajo ha sido mucho, ingente, al igual que en muchos momentos la soledad. Únicamente, la colaboración intensa que he tenido con el resto de mi equipo, ¡un equipazo, vamos!, me ha permitido sobrellevar estos seis años en la Jefatura, uno como adjunto y otros cinco como el principal, aunque en el fondo apostamos por un modelo de "primum inter pares".. 
En estos seis años he encontrado de todo. Especialmente colaboración, pero, en ocasiones incomprensiones, especialmente, por parte de muchos de algunas familias - pocas-, de parte del alumnado - es un deber de los administrados quejarse de sus administradores- , y sobre todo, - y eso es lo que más me ha dolido-, de una parte- creo que minoritaria de mis compañeros que han exigido mucho, pero que han colaborado en el centro muy poco. De la Delegación casi prefiero no hablar, aunque sí he de decir que agradezco la práctica de nuestro inspector que nos ha dejado hacer y nos ha permitido trabajar , al menos, con libertad, sin miedos.
Pero ahora no es el momento de los elogios, de las flores, ni de las lagrimas ni de las quejas. Todo llegará en su momento. Ahora es el momento de reflexionar sobre el papel que me ha tocado asumir que no es otro que el de ser el de "malo de la película", papel que he asumido decentemente. Y como reflejo de ello, de ese papel de malvado, tomaré prestadas las palabras que dejó escritas Antonio Extremera Oliván, Jefe de Estudios que es o que fue del IES San Juan de la Cruz de Úbeda, y que , conjuntamente con Antonio Moreno Rodríguez del IES de Arjona, dejaron negro sobre blanco en marzo de 2009, al decir lo siguiente:
" Nos encontramos en una sociedad en constante renovación y búsqueda de competitividad. En ella se exige cada vez más actualización y especialización profesional para afrontar los nuevos retos. Los docentes que trabajamos en centros de Enseñanza Secundaria sabemos que, para que nuestros alumnos afronten con éxito los estudios universitarios o el mundo laboral, hay que inculcarles durante sus estudios estas dos cualidades cada vez más requeridas. 
Pero nos encontramos que, en muchos casos, los docentes con cargos directivos adolecemos de la inexistencia de una adecuada formación para desempeñar nuestras funciones. La formación que deberíamos recibir la asimilamos sobre la marcha, dando a veces palos de ciego, con ayuda de la experiencia de compañeros que nos precedieron en el cargo o la importación de ideas e iniciativas que hemos visto poner en práctica en otros centros. 
Esta situación no es debida, como algunos pudieran pensar, a la falta de interés por parte de los que, por un motivo u otro, nos encontramos gestionando alguna parcela de un centro educativo. Por ello, quiero hacer una aproximación a las carencias que existen en el sistema actual. Los cursos de formación impartidos, en nuestro caso, por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, están dirigidos de forma especial a los directores de los centros de enseñanza. Esta figura ha ido adquiriendo en las últimas décadas la importancia que tuvo en un tiempo y se pretende consolidar con la modificación del Régimen Orgánico de Institutos de Educación Secundaria que se está preparando. 
De este modo el director aumentará su poder de decisión en los centros mientras que la Administración favorecerá su gestión por medio de órganos en donde fácilmente haga prevalecer su autoridad. Esto justificaría que la formación para actividades gestoras esté dirigida hacia estos cargos. Pero creemos que los Equipos directivos se nutren de algo más que de la dirección y es necesario formar en aspectos básicos al resto. Cada vez son más las tareas y actualizaciones que requieren los demás órganos unipersonales de los equipos directivos para llevar a cabo sus funciones. Sin embargo, las autoridades educativas no contemplan formación específica alguna para los demás integrantes del equipo directivo de los centros y actualmente no se contempla la realización de cursos específicos que den una visión global y sistematizada de las funciones que deben realizar.
Centrándonos en la figura del Jefe de Estudios, éste posee una larga lista de vastas competencias que afecta a diferentes aspectos de los centros. Sus funciones, tanto las propias como las delegadas del Director, abarcan diversos ámbitos del centro englobados en su calidad coordinador de actividades académicas y del personal docente. 
La Jefatura de Estudios coordina y vela por la ejecución de las actividades de carácter académico de profesores y alumnos en relación con el Plan Anual de Centro. Además entre sus obligaciones están las de: 
- Estructurar y coordinar, agrupamientos, programaciones y grupos de apoyo e integración así como la organización de los horarios. 
- Informar a los Órganos Colegiados y a la dirección sobre el análisis de resultados escolares habidos en cada evaluación y, con ello, sobre el grado de éxito/fracaso alcanzado por el alumnado. 
- Coordinar propuestas de evaluación general del Centro, tanto en su vertiente curricular como organizativa. 
- Fomentar, orientar y coordinar las actividades tutoriales de los profesores velando por el cumplimiento del Proyecto de Centro y el Plan de Centro 
- Informar al Director/a, al Órgano competente o a la Administración de las faltas de los profesores y de sus causas. Además exponer en el tablón de anuncios de la sala de profesores las faltas mensuales de éstos.
- Anotar los retrasos y posibles incidencias horarias. De la misma forma debe actuar con respecto a las faltas reiterativas de los alumnos, que le serán transmitidas por los tutores y se les informará a los padres. 
- Organizar los actos académicos. 

Pero la Jefatura de Estudios está sufriendo una carga excesiva, ya no sólo de trabajo, sino también de tensión emocional. Su función de vigilante del orden hace especialmente ardua su tarea en unas aulas en las que a menudo reina el caos. 
La creciente oleada de indisciplina y violencia en escolar provoca que muchos de estos profesionales se encuentren desbordados y tengan la sensación de dedicar todo su tiempo a "arreglar desaguisados”. 
No sólo eso… a veces lidiar con compañeros, padres y madres de alumnos es casi más duro, ya que cuando éstos se resisten a las normas es harto difícil llevar las situaciones a buen puerto. 
Esta situación, junto a la excesiva carga y responsabilidad en su trabajo diario, la escasa remuneración con la que se les compensa y el nulo reconocimiento a su labor, hace que cada vez sea más difícil encontrar profesores que acepten voluntariamente las obligaciones que conlleva. 
Por eso es necesario que se dignifiquen todos los demás cargos unipersonales de los centros de educación haciendo de quien los desempeña verdaderos conocedores de su trabajo mediante una formación dirigida expresamente hacia ellos que les proporcione las herramientas necesarias para poder ejercer su cargo con eficacia.

Ahí queda eso. Y me despido deseándole lo mejor al nuevo equipo directivo y, especialmente, a aquellos que van a asumir la responsabilidad de ese cargo. Un cargo que confirmaría el dicho de mi padre: Quien asume un cargo, asume una carga. Un saludo

No hay comentarios:

Publicar un comentario