domingo, 20 de enero de 2013

No hay leña en el árbol caído

Entre la noche del viernes 18 y del sábado 19 he visto en televisión dos programas que me han llamado la atención. El primero ha sido en Cuatro. El programa se llama hermano mayor. En temporadas anteriores había visto, parcialmente, algunas actuaciones del señor que guía el programa, Pedro García, con otros chicos y chicas. Siempre eran personas conflictivas en sus relaciones con los demás, especialmente, con sus padres. Las razones variadas: drogas, homosexualidad, alcohol, malas amistades,...Eran siempre personas con una falta de educación absoluta, posiblemente, por causas que explican sus reacciones, pero nunca éstas eran justificables. Esta semana, mientras zapeaba, vi el programa. 
Imagen del presentador de Hermano mayor obtenida de cosasdetv.com
El protagonista era un chico de Almería que, según él, quería ser ¡¡¡¡Narcotraficante!!!! Sí, sí, eso afirmó ante la Guardia Civil. El chico en relación a sus padres estaba desatado. Les golpeaba, les insultaba, les vejaba. Vamos, una angustia. Finalmente tras hacerle ver su errática conducta, el chico se reconducía. Mientras tanto, y hasta que esto se produjo, daban ganas de encarcelarlo, pues era todo un impresentable. Sin embargo, cuando al final del programa lloraba ante las imágenes en los que agredía a su madre y golpeaba a su padre, no se podía sentir otra cosa que lástima por ese chico que se mentía a sí mismo y a la gente que le rodeaba. 
El sábado por la noche la suerte hizo que viese la entrevista de Oprah Winfrey a Lance Armstrong que pusieron en el canal de DiscoveryMax. Un Lance Armstrong empequeñecido y avejentado que afirmaba sin dudas su implicación en la trama de fraude y de dopaje que le permitió hacerse nada más y menos que con siete Tours de Francia. Se mostró como un ídolo caído ante la claridad de las preguntas. El ciclista de Austin (Texas) reconoció una a una las acusaciones que han contaminado la grandeza del ciclismo desde finales de la década de los noventa. Reconoció que lo hizo por una ambición desmedida por el triunfo, y dejo entrever que el dopaje era un elemento más en el pelotón ciclista, tan necesario como los masajistas o los mecánicos. 
Imagen de Lance Armstrong y Oprah Winfrey procedentes de la web www.northjersey.com

Sin embargo, dijo que lo que más daño le hacía era el desprestigio ante una organización que lucha contra el cáncer, la enfermedad que el venció, Livestrong, y segundo, el daño, por decepción, realizado a su  familia, especialmente a su madre y a sus hijos, especialmente al que está en la preadolescencia y que se enfrentaba a diario a las redes sociales a combatir a favor de su padre. Lamentable su posición casi mafiosa dentro de su equipo ciclista, la huida hacia adelante ante aquellos que le acusaban, especialmente, gente de su entorno, y su dependencia enfermiza por el éxito a cualquier precio. Lo triste, a las dos y veinte de la madrugada, es que cuando terminó el programa, yo sentía más pena que indignación por este hombre que llegó a la gloria, y que desde que hizo público su amaño está condenado a una lapidación pública. Reconozco que soy incapaz de hacer leña de un árbol caído. 

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