lunes, 13 de julio de 2015

Del Colorado al desierto

Nos levantamos como siempre sobre las siete de la mañana, recogimos la habitación , a grandes rasgos y bajamos a la planta baja pues allí daban el desayuno, que sí estaba incluido.

Al llegar sorpresa. Mucha gente, muchísima, y gran parte de los sitios ocupados. De cualquier manera, casi de inmediato fueron quedando sitios libres así que nos preparamos para desayunar. ¿Qué había? Pues un poquito de todo. Unos optaron por los gofres, y todos por las tortillas y el bacon. Esperamos un pelín para el café que estaban reponiéndolo, así que le echamos la crema francesa. Una vez dados el habitual atracón del todo incluido del desayuno nos pusimos en marcha en dirección Las Vegas, no sin antes parar a rellenar de "Regular" el vehículo en ptra gasolinera Chevron que estaba junto al hotel.


Nos pusimos rumbo a Las Vegas, aunque sin intención - por supuesto - de parar allí. Desde Kingman a Sin City se extiende el enorme desierto del Mohave o Mojave, llamado así en honor del pueblo nativo americano mojave.

Se trata de un desierto extenso que corresponde con lo que se conoce como desierto Alto que ocupa una gran porción del sur de  California, suroeste de Utah, sur de Nevada y noroeste de Arizona, en el que aparecen aisladamente - claro es un desierto- enormes árboles de Josué o yuccas, que yo pedía a mi mujer que fotografiara una y otra vez.


El desierto no es sólo una planicie árida, en algunos puntos aparecen pinos, nopales forrajeros y ferocactus, cerca de dos mil especies en total.

Como se decía en la película "Casino" de Martin Scorsese, el desierto que rodeaba Las Vegas , en su momento, eran el lugar ideal  donde se solucionan la mayoría de problemas de los problemas.

Paramos en Willow Beach, en el río Colorado, donde nos refrescamos pues aunque era temprano, comenzaba a hacer calor. Willow Beach era lugar de refugio de diversas tribus nativas americanas como los shoshones, paiutes, un conocido campamento de pesca sobre el Río Colorado. Para llegar aquí tuvimos que cruzar por la interestatal con sus famosos cambios de sentidos, nada visibles y con cierto peligro y retormar dirección Kingman.

Previamente nos hicimos una foto en un mirador y pasados un par de kilómetros, salimos a nuestra derecha y empezamos a descender por un empinada y sinuosa carretera, la Willow Beach Road, que parte de la interestatal 93 y que en algunos puntos había perdido su asfalto, ya que en momentos muy concretos, cuando llueve las crecidas hacen que los arroyos inmunden las zonas más bajas y se lleven por delante la carretera.

Era lunes, Willow Beach se presentaba como un remanso de paz, un auténtico oasis de aguas cristalinas del río Colorado en el desierto de Mojave. Tenía un enorme aparcamiento y servicios perfectamente mantenidos, así algún restaurante, dársenas y un puerto deportivos para las muchas barcas que había amarradas.

En el agua del Colorado que separaba los estados de Arizona - en el que estábamos- con el de Nevada, el que veíamos en frente- abundaban las aves acuáticas y en las orillas y alguna barca veíamos algunos pescadores. Tras meternos en el agua y mojarnos los pies , nos hicimos algunas fotos para recordar ese oasis.

Volvimos a subir la cuesta y tomar la interestatal, cambiando de sentido hasta llegar al desvio que marcada la entrada a la presa Hoover (Hoover Dam) que es una obra de ingeniería espectacular, que está a 48 kilómetros de distancia de Las Vegas, que separa los estados de Arizona y Nevada.


Recibe su nombre del presidente Herbert Hoover, principal impulsor de la presa desde que era Secretario de Comercio hasta que llegó a la Casa Blanca, y da agua a los estados de Arizona, Nevada y California. Pese a su funcionalidad figura en el registro de lugares históricos de Estados Unidos. Se empezó a construir en 1931 y se puso la última piedra cinco años más tarde, frenando el cauce del río Colorado en un lago artificial, o embalse, que recibe el nombre de Lake Mead.


Entrar a la presa Hoover no es fácil. Para llegar a ella hay que pasar un riguroso control del que nosotros nos libramos. Tras descender un rato empezamos a ver los primeros aparcamientos. Parecían de pago, pero optamos por seguir avanzando , cruzar la presa propiamente dicha y desde allí buscar otro aparcamiento. Aparqué, curiosamente en Arizona, aunque a un centenar de metros de Nevada. Cosas que pasan.


Volviendo a la Hoover Dam, indicar que este político e ingeniero, ideó la presa, debido en parte al peligro que provocaba el desbordamiento de sus aguas en invierno, procedente de las Montañas Rocosas.

Así pues, la presa también serviría para almacenar un agua muy necesaria en estados tan áridos como Nevada o Arizona o Los Ángeles.La recorrimos por el lado del embalse y por el lado del río Colorado, pasando de Arizona a Nevada y de Nevada a Arizona sin darnos cuenta. 

Además de estas tareas, la presa Hoover hace las veces de central hidroeléctrica desde 1936. Su producción aumentó en 1961, cuando fueron añadidos más generadores ante la creciente demanda. Se estima que la presa Hoover puede producir un máximo de 2074 megavatios de energia hidroeléctrica.

La presa fue ganando en popularidad y debido a ello se convirtió en una atracción turística más, razón por la que recibió una remodelación del arquitecto Gordon B. Kauffmann, que le aplicó un estilo art deco que llega hasta nuestros días. Igualmente decir que la parte superior de la presa sirvió en su momento como parte de la ruta interestatal 93 que afortunadamente hoy pasa por el puente Mike O'Callaghan-Pat Tillman Memorial, que afortunadamente cruzamos.

Cogimos el coche hacia el noroeste y entramos en el lago Mead, donde nos bañamos vestidos para tratar de evitar el calor desértico que teníamos encima, bueno, más bien a nuestro alrededor.


Lake Mead se forma por el agua recogida por la Presa Hoover, se extiende 180 kilómetros detrás de la presa y tiene 35 km³ de agua y es el mayor lago y embalse artificial de los Estados Unidos. El agua de Lake Mead se envía mediante acueductos a las comunidades del sur de California y Nevada. Su nombre proviene de Elwood Mead, que fue comisario de la Oficina de Reclamación de Estados Unidos entre 1924 y 1936, durante la planificación y construcción del Boulder Canyon Project, que creó la presa y el lago.


Al entrar en el Lago comprobamos que formaba parte de la National Recreation Area por la que entreamos con nuestro bono. Se estableció en 1964 y como siempre amablemente la ranger encargada nos dio un boletín para saber que actividades de ocio a lo largo de julio se podían hacer.

Nosotros optamos por la básica y nos apuntamos al baño. Así que buscamos el primer acceso al lago y bajamos para bañarnos.Por algunos sitios estaba un poco sucio, pero buscamos una zona donde había movimiento de agua y no estaba estancada.

Mientras nos bañamos vimos personas que cruzxaban el lago en bote o lancha. Tras pasar un rato, optamos por irnos.

Como el calor era enorme y teniamos un plano que decía que si continuábamos por la carretera llegaríamos a un poblado con tiendas, gasolineras y servicios decidimos continuar y salir desde el área recreativa hacia la ciudad de Las Vegas.

Nos paramos en algunos puntos para hacer fotos y buscamos ese área de servicio, el único servicio que había eran los WC, así como trasteros, no pudimos comprar ni una mísera Coca Cola, y menos mal que íbamos bien de gasolina.

Seguimos adelante en dirección a Las Vegas, dejando atrás algunas urbanizaciones de lujo que están en el reborde del área lacustre y entrando por el Condado de Henderson.



Poco a poco fuimos dejando nuestra soledad para notar como el tráfico conforme íbamos  atravesando Henderson se hacía cada vez más lento debido al volumen de vehículos y a los semáforos. A un lado y a otro quedaban vías de tráfico, pero también algún que otro parque acuático como el de Comawunga Bay, muy apropiado para una ciudad desértica.

Seguiamos las indicaciones de nuestro GPS, pero éste nos encaminaba hacia el Strip, prueba de ello es que cruzamos una vieja calle conocida, la Flamengo Road, aunque un punto alejada al Strip.

Pasamos a un ronda mayor, pero aquí el tráfico , se volvía como el calor, espantoso de Las Vegas, más aún cuando vimos en un panel que había retenciones. Eran kilométricas. La razón, un accidente, un deportivo negro estaba en un penoso estado, y la policía administra el tráfico.

Nunca hay mal que por bien no venga, pues esto nos permitió ver, ¡¡¡por tercera vez!!! el Strip, incluso algo que no habíamos visto, pero del que teníamos noticias , el Downton, que con edificios algo más modestos estaban plagados de neón.





Poco a poco la carretera nos sacaba de la ciudad que se fue diluyendo poco a poco y bifurcándose hacia Reno, y más tarde tomamos dirección Mesquite. Lo último que vi antes de decir que abandonasemos definitivamente Las Vegas era un enorme y aislado hospital.

Nos quedaban para llegar a nuestros destino de hoy más de 200 kilómetros por el Mojave y unas tres horas aproximadamente en coche. Ante tal perspectiva , optamos por realizar alguna parada intermedia. Fuimos dejando algunos edificios singulares como una prisión estatal y un reformatorio que estaban en un área más que desértica, y decidimos parar en una de las pocas áreas habitadas del trayecto que nos llevaba al Anargosa Valley:  Indian Springs.


Indian Springs es un lugar en mitad de la nada. Parece ser que surge en 1906 como una estación de paso del ferrocarril que unía Las Vegas con Tonopah La línea de ferrocarril desapareció en 1918 y que hoy corresponde con la 95 . En la actualidad es lugar que da cobijo, o sea, una reserva de los paiute, así como la sede de un importante base militar y aérea del Ejército de los Estados Unidos, el Indian Springs Camp o la Creech Air Force , en honor del General Wilbur L. "Bill" Creech, el ex comandante del Comando Aéreo Táctico, intergrada en la Nellis Air Force Range. La base se construyó rápidamente en Nevada el mes después del ataque a Pearl Harbor. Como reserva india está ligada a la historia del asesinato de un forajido, Bill "Wild Bill" Willians por parte de un joven indio, Coachie Siegmuller.

De cualquier manera la base militar que estaba a nuestra derecha en la carretera , y la reserva india que estaba a la izquierda, al lado de la estación en la que paramos para ir al servicio y comprar agua fría, Cola Cola y una enorme Fanta de naranja y que era atendida precisamente por una nativa americana, posiblemente una paiute, por cierto, que hablaba en castellano. Tras saciar nuestra sed en un entorno tan árido de este clima desértico, proseguimos por el camino.

Miramos en el coche que opciones teníamos antes de llegar a Amargosa. En el mapa de Nevada que conseguimos en el hotel de Kingman, y una vez bebidos tanto los refrescos como el agua fría, que nos hacía mucha falta, observamos como la Extraterrestrial Highway se encontraba por detrás de la base militar y en ella la famosa área 51, templo de los frikis del mundo como nosotros- bueno, como yo- y aunque con ganas,  la descartamos.

Dudas tuvimos en ir o no a Beatty para visitar una ciudad fantasma que había en las cercanías, pero optamos por tomar el camino para Amargosa Valley (El Paso) por la 373 de Nevada , que en pocas millas se transforma en 127 de California con el fin de plantarnos en Death Valley Junction, a las puertas de uno de los parques naturales más célebres de Estados Unidos, el del Valle de la Muerte.

Técnicamente el valle es parte de dos desiertos, el de Mojave y el de Sonora, a lo que hay que sumar que contiene la parte más baja - Badwater- con respecto al nivel del mar de toda América del norte, lo que lo convierten en un lugar poco apto para la vida. Esa es la razón por la que los primeros colonizadores que llegaron a la zona lo bautizaran con tan tétrico nombre.

Es curioso , pero nada más tomar dirección a Amargosa, lo primero que detectamos fue un espejismo gigante sobre la carreterra, que parecía una pista de agua, aunque al acercarnos, aquello se diluía. Dejamos a un lado la Reserva de especies salvajes de Ash Meadows y llegamos a las 17:30 horas llegamos al hotel Amargosa Hotel & Opera House. 

Nos encantó el sitio, es una antigua hacienda donde se alojaban los trabajadores del bórax. Al lado está el teatro y aprendimos sobre Marta Becket, quien lo puso en marcha. El resultado de nuestra puesta en valor del lugar es el siguiente:

En el siglo XIX, esta zona fue apenas ocupada por nativos, exploradores y colonos dado lo extremo del clima. Fue en 1907, cuando se estableció una oficina de correos, y Amargosa o Agua Amarga, cambió de nombre por el actual, Death Valley Junction. Sin embargo, la zona se revitalizó en 1914 cuando, la Pacific Borax Company construyó el ferrocarril del Valle de la Muerte, una línea de vía estrecha que operaba desde Ryan, a Death Valley Junction ambas en California, llevando el bórax. El ferrocarril, conectaba con Tonopah con el Tidewater Railroad, proporcionando la oportunidad de llevar a la costa del Pacífico el bórax obtenido de sus minas localizadas en los márgenes orientales del Valle de la Muerte. 

Ese primer año, la ciudad congregó varios negocios, incluyendo un hotel, un salón y algunas viviendas, aunque muchas tiendas de campaña. Al año, la ciudad comenzó a crecer cuando se encontraron nuevas minas en la zona y se levantaron una serie de edificios permanentes. Como comenzó a adquirir un aire de permanencia, se construyeron una serie de instalaciones de molienda del bórax en el área y la ciudad se transformó en un centro social por su ubicación. 

De 1923 a 1925, la Pacific Borax Company construyó una serie de edificios en Amargosa, siguiendo los dictámenes del arquitecto Alexander Hamilton McCulloch para diseñar un conjunto que siguiera el modelo del renacimiento colonial español. La labor se centró en un hotel de 23 habitaciones con un comedor, el teatro y el complejo de oficinas y alguna tienda. 

 El teatro fue construido en el extremo noreste del complejo y fue utilizado como un centro comunitario para la danza, los servicios religiosos, películas, funerales y reuniones de la ciudad. En ese momento, este edificio era conocido como Corkhill Hall. La población de la ciudad alcanzó un máximo de alrededor de 300 personas, pero su apogeo fue de corta duración. 

En 1927, la Pacific Borax Company trasladó su sede a una nueva mina cerca de Los Ángeles, California, y al año siguiente, las operaciones de la Death Valley Railroad entre Ryan y Death Valley Junction cesaron. Una locomotora del ferrocarril todavía se puede ver en el Museo del bórax en Furnace Creek en el Parque Nacional Valle de la Muerte a unas 30 millas de distancia.

Aunque su principal empleador había desaparecido, la ciudad continuó sobrevivir como destino turístico hasta la Depresión, cuando cayó dramáticamente. Sin embargo, la creación del Monumento Nacional del Valle de la Muerte en 1933 mantuvo el interés en Valle de la Muerte y aunque en declive, Death Valley Junction continuó. Death Valley Junction tenía aún servicio ferroviario hasta 1940, cuando casi todo el mundo se había marchado. En ese año la oficina de correos se cerró. 

En 1967, la suerte puso en el camino a una mujer, a Marta Becket, después de meses de gira, ella y su marido decidieron tomar un descanso en el Valle de la Muerte. Sin embargo, una mañana, encontraron que su remolque tenía un pinchazo. Dirigido a Death Valley Junction por un ranger para reparar el neumático. 

Mientras se realizaba la operación, Marta comenzó a explorar las antiguas construcciones de adobe. Fascinado con los edificios antiguos, descubrió el antiguo teatro. Le cautivó. Mirando a través de un pequeño agujero en la puerta de la parte trasera del edificio, ella supo de inmediato que este lugar estaba destinado para ella. Más tarde diría: "Mirando a través del pequeño agujero, tuve la clara sensación de que yo estaba buscando en la otra mitad de mí mismo. El edificio parecía estar diciendo ..... Llévame ..... haz algo conmigo ... Te ofrezco la vida ". 

Y, eso es exactamente lo que hizo. Becket siempre quiso diseñar sus propios trajes, la coreografía de sus propios bailes, y crear su propio programa. Al día siguiente, acordaron alquilar el teatro abandonado por 45.00 $ al mes y asumir la responsabilidad de las reparaciones. Originalmente llamado Corkhill Hall, cambió el nombre del teatro por el de la ópera de Amargosa y casi un año después, el 10 de febrero de 1968; dio su primera actuación a una audiencia de sólo 12 adultos. 

En los primeros años del teatro, había pocos visitantes, a veces, ninguno por lo que pronto comenzó a pintar a una audiencia en la pared. De 1968 a 1972, los personajes del pasado fueron apareciendo en sus paredes incluyendo a reyes y reinas, a los nativos americanos, a toreros, a gitanos, y más seres. 

Después de cuatro años de arduo trabajo, entonces ella comenzó a pintar el techo con querubines, oleadas de nubes y las damas que tocan antiguos instrumentos musicales. La original decoración había terminado en 1974. Estábamos en medio del desierto, en el pueblo de Death Valley Junction. Cenamos temprano, bocadillos, y nos acostamos muy temprano para madrugar al día siguiente, que falta hacía. 

Marta hizo su última actuación en su teatro en el 2012, desde esa fecha las instalaciones han sido apenas modificadas. El encanto que transmite el hotel es enorme. Con unas habitaciones que dan a la calle y otras que daban al interior como la nuestra. Con una iluminación natural y cenital que lo llena el blanco pasillo en el que vuelven a aparecer algunas pinturas. 

Es cierto que el hotel está envejecido, pero que transmite mucha vida presente y pasada. Tras  recoger las maletas y recepcionarnos una chica que se acompañaba por un gato y un gran ventilador, nos informaron que para cenar teníamos que ir nuevamente a Nevada, al casino hotel que estaba a unas siete millas.

Igualmente nos informó que el hotel cerraba sus puertas a partir de las diez y que desde esa hora teníamos que acceder con una clave. También nos dió la clave de la wifi que , únicamente, se recibía en el salón, en el que, por cierto, no daban desayunos, pero que tenía una cafetera con la que cumplimentar el breakfast.

Mi mujer y yo decidimos que era día de lo que nosotros llamamos "cena de campaña", es decir, preparar unos bocadillos y apañarnos con lo que llevamos. Tras eso el mayor de mis hijos, mi mujer y yo, dimos un paseo por los alrededores y nos hicimos unas fotos en el exterior.

Por lo pronto, nos adentramos minimamente en el desierto. No, no había ninguna cascabel, pero el terreno era propicio para ellas, así como coyotes y pumas. Tras las fotos de rigor sobre una carretera que se perdía en el horizonte, observamos que había algunos charcos y que estábamos en una zona de inundación por aguas torrenciales. Es cierto que apenas, llueve pero cuando lo hace puede llegar  a ser peligroso. Al acercarnos a una de las charcas que habían quedado comprobamos que en ellas anidaban algunos mosquitos criminales que saltaban hacia culquier bicho viviente, incluidos nosotros.

Continuamos con nuestro paseo por las abandonadas instalaciones industriales y de servicios de los que fue  Death Valley Junction, vimos una furgoneta de franceses que saluraron a mi hijo especialmente al llevar la camiseta del Paris Saint Germain con el nombre de Ibra, y tras ello fuimos a por la Wifi.

Poco más tarde, mientras se inició el servicio de duchas en la habitación y ,antes de ello, llegando la caída de la tarde, convencí al más pequeño de los míos para dar un paseo. Nos hicimos unas fotos y caminamos en dirección a la Reserva  Ash Meadows, que tenía una entrada desde nuestra localidad.

Vimos como las montañas pasaban de tener color pardo, al rojo intenso. Nos gastamos unas bromas con los coyotes y los pumas, descubriendo que realmente los animales más peligrosos eran los criminales mosquitos.

Una vez buscamos refugio en la habitación, y saciada nuestra hambre con los sandwiches, preparados en la bañera tres galones de agua refrescando en el agua fría, nos fuímos al salon por la wifi , yo busqué información, tuiteé un poco y marchamos después todos a la cama. Nos tocaba madrugar. Buenas noches.

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