martes, 7 de julio de 2015

"¡Hey BuBu!"

Amanece temprano, más aún, cuando para ir al servicio has de salir a la calle. Eso lleva a que m,i mujer y yo nos levantemos pronto y salgamos a dar un breve paseo por el bosque. Mi esperanza era ver un oso. Me conformaba con un Grizzlie o con un oso negro. De hecho, me contentaba con ver a BuBu, pero no, no hay suerte. De vuelta a la casa y tras buscar un buen lugar como servicio externo. 

Vemos que en el interior de la casa ya hay vida. Mis hijos, su amigo americano y los padres de éste ya han comenzado el desayuno, que consiste en tortitas con jarabe de arce y café con leche. Para el disidente del desayuno, se come el plato sobrante del risotto de la noche anterior. Senzo problema. Discutimos que ver y apostamos por realizar un importante recorrido por Yellowstone. 

Tras los preparativos del día consistente en preparar un bocadillo que nos sirviese de comida y que daremos cuenta de ello a lo largo de la jornada, nos ponemos en marcha. El día anterior la cuatro millas y media nos supusieron una hora. Antes de salir mi amigo montanés nos da una directrices para poder enfrentarnos a un inesperado encuentro de un oso. Nos comenta que lo mejor es ir hablando y haciendo ruido. Si se produce un encuentro fortuito hay que apostar por parar e ir , sin perder nunca el horizonte del animal, marcha atrás, sin perder la vista, insiste. De cualquier manera llevamos el gas pimienta por si nos sorprenden en la bajada. Esta mañana esas mismas millas nos han supuesto otra hora.

Durante el descenso, mi amiga americana le comenta - en privado- a mi mujer que tiene miedo por mi vida. La razón es que encabezo el grupo y como soy muy sigiloso. Esas son las condiciones más adecuadas para el deseado por mi parte, no por los demás, con el plantígrado. Desde ese momento el grupo se pone a cantar para ir avisando de nuestra presencia por el camino. Al no equivocarnos dejamos este bosque subalpino y llegamos en la hora prevista a las afueras de Cooke City, en el lugar en el que el día anterior dejamos el coche. Vuelve a fijarme en el entorno y se aprecián zona de nieve o glaciares permanentes que enmarcan este fronterizo National Forest Shoshone. 

La entrada noreste (Northeast Entrance), vía Silver Gate,  nos lleva nuevamente al parque, pues hemos dormido en las inmediaciones del mismo. Tras presentar nuevamente nuestro carnet anual de los National Park comienza el día en Yellostone, y en poco momentos volvemos a dejar Montana para entrar en Wyoming. Tenemos que recorrer las 29 millas, unos 47 kilómetros,  que nos separan desde la entrada a Tower Junction.

En esas casi 30 millas tenemos la ocasiones nuevamente de encontrarnos con multitudinarias manadas de bisontes que están a derecha e izquierda de la carretera en el Lamar Valley.

Algún bisonte, de hecho, corta la carretera por momentos organizando el caos más absoluto a la vez que las delicias de los visitantes. Entre las manadas aparecen los antílopes que se trufan entre tantos animales inmensos.
Con la presencia de estos animales cambiamos de dirección dirigiendonos hasta una de los dos gargantas existentes en el Parque: Yellowstone River Canyon y Lewis Canyon. Se trata de la primera que, al igual que la otra, ha sido excavada desde hace 640.000 años por el curso de agua del río Yellowstone que cruza la meseta volcánica. Paramos en un punto del recorrido y efectivamente comprobamos la razón por la que este río tiene el nombre de piedra amarilla, ya que todo el cañón que lo enmarca tiene ese color como dominante.

El nombre «Yellowstone»  procede del color de las rocas que se pueden ver en el gran cañón de Yellowstone (valle en «V») que se formó en las últimas glaciaciones mucho antes de ser erosionado por el río Yellowstone. Contrariamente a lo que pudiera parecer, el color de las piedras procede de la alteración hidrotérmica del hierro que contienen, y no del azufre que también está presente.

Tras la foto en un mirador aportunos, seguimos avanzando un lugar adecuada para realizar una parada, la Tower Fall. Allí volvemos a parar y realizamos un corto recorrido en el que vemos agujas que ha dejado la erosión , así como alguna que otra cascada de impresión. 

También descubrimos en el aparcamiento que hay coches de muchos, muchísmos estados norteamericanos, desde Utah, pasando por Misuri, Florida, etc...Ahora siguiendo la dirección del río procedemos a subir a la cumbre más alta de la meseta, y del parque de Yellowstone, como es el monte Washburn que llega a los 3122 m. Allí nos comentan nuestros amigos que se hace bien visible los pavorosos incendio que en 1988 estuvo a punto de acabar con el Parque. 






Durante el verano especialmente seco de 1988, algunos incendios causados por un rayo devastaron el 36 % de la superficie del parque, 793.880 acres, o sea, cerca de 3210 km² se convirtieron en pasto de las llamas. La parte más afectada fue la de North Fork. Los arbustos rebrotaron espontáneamente, se redescubrieron algunos panoramas interesantes y se pusieron al día descubrimientos geológicos y arqueológicos. Pero están siendo necesarios decenas de años antes de que Yellowstone recupere su aspecto inicial. De hecho, todavía se aprecian cientos, miles de árboles, requemados y zonas con calvas que, afortunadamente van recuperando su flora autóctona, y el porte de su bosque subalpino integrado por hasta ocho especies de coníferas, entre las que domina el «pino contorta» que es el más extendido.

Una vez descendemos, pasamos por el Dunraven Pass y el Washbuern Hot Springs Overlook la montaña pasamos hacia Canyon Village y decidimos proseguir hasta Wapiti Village, en donde casualmente vemos un inmenso Wapiti. Finalmente optamos por recorrer el Hayden Valley para comer los bocadillos en la ribera del Yellowstone. 


Una vez dado cuenta de los mismo y descansado un poco, yo bajé para tocar el agua congelada y para ver las aves que había en la ribera de enfrente con un grupo de cisnes trmpeteros, alguna grulla y un osprey - animal que tengo que identificar todavía- decidimos marchar hasta el Canyon Village ya que nos hace falta gasolina y queremos ver algunos de las más inmensos saltos que hay en el Yellostone. El parque cuenta con 290 saltos de agua de más de 4,5 m de altura que tienen agua durante todo el año.

En concreto vamos a ver las dos caídas más altas, la de Lower Falls, que caen desde 94 metros, y las Upper Falls se precipita desde una altura de 33 metros. 

Milagrosamente dejamos el coche y bajamos por el sendero hasta el pie de la inmensa cascada, y desde la distancia vemos la otra. A la llegada al parking tenemos como compañía un inmenso bisonte, una mole, que hace las delicias de todos aquellos que nos acercamos a los servicios. Ya una vez visto lo interesante, dehjamos a un lado el famoso Artist Point y volvemos a subir el desolado en parte monte Washburn. 

Al llegar a Tower Junction vemos un inmenso revuelo en la carretera. De hecho un ranger nos dice que hay alrededor un oso negro. Damos marcha atrás y colocamos el coche en el arcen. Me retengo a duras penas en el coche. Pasados unos minutos vemos una inmensa mata de pelo negro avanzando. Parece dirigirse hacia nosotros, pero cuando se aproxima cambia de dirección marchando hacia TJ. Bueno, hemos visto a BuBu, nuestro gran objetivo del día. Una vez satisfechos por lo ocurrido marchamos hacia Silver Gate. 

Lógicamente en ese recorrido vemos animales, muchos animales, pero la estrella del día ha sido el oso. Tras dejar el coche volvimos a tomar el camino que nos lleva a la casa. Comenzamos a subir. Da igual que conozcamos lo que nos queda y que llevemos ahora unas mochilas casi sin peso. Es lo mismo. ¡Qué dura es la subida! Y eso que paramos en algunos puntos incluyendo la cascada, pero la humedad y la pendiente me hace, nos hace, llegar empapados. 

Mientras subíamos una idea ronda mi cabeza, tengo que ducharme o, al menos, hacer que me ducho. Sobre las siete estábamos de nuevo en la cabaña. Así que voy con mi hijo hacia el arroyo, necesito compañía , vaya a ser que me ataque un oso, y me quedo como Dios me trajo al mundo. Me meto en el arroyo y me lavo. El agua congelada. vendría de algún venero o del heshielo de algún glaiar, pero daba igual. Al fin limpio. 

Tras la limpieza, procedimos a llenar barreños para el agua doméstica. También se va preparando la cena, mientras los niños juegan a las cartas. Es pronto, pero estamos molidos, una vez cenados - tocaba pasta- y tomado el vino francés en tetra-brick que entraba fenomenal junto a la pasta. Los niños se divirtieron jugando al mentiroso, a las cartas. Una vez concluido el juego, y lavadas manos y dientes, se va metiendo todo el mundo en la cama. Un día más, durmiendo a las diez. Estamos cansados. Buenas noches.

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