viernes, 10 de julio de 2015

Llegada al desierto por la ruta 66

Hoy nos hemos levantado tarde. Practicamente eran las nueve de la mañana. Em otro lugar estaríamos preocupados, pero estamos en Missoula y esta ciudad es sinónimo de "Freedom" por lo que nos dicen nuestros amigos que llegando al aeropuerto una hora antes es suficiente. Así que desayunamos y revisamos todo para no dejar nada que nos sea necesario. Afortunadamente las maletas se habían casi ultimado en la tarde del día de ayer. 

A las 10:45 nos metemos en los coches y a las 11 una vez sobrepasado Fort Missoula, lugar que fue campo de detención de italianos y japonenes durante la Segunda Guerra Mundial, tal y como estuvimos comentando anoche, retenciones que tenían más que ver con la envidia, especialmente los japoneses, que con el temor, nos separamos con mucha pena de nuestros amigos de Missoula, con la esperanza de verlos en poco tiempo, aunque sea por Skype. Una vez superados los controles y con la tranquilidad de estar en una terminal sin agobios y prácticamente sin movimiento, subimos por las escaleras hasta la puerta de embarque. 

Una vez dentro nos sentamos , nos enganchamos a la Wi-fi de un bar del auropuerto, rellenamos las botellas, vemos unos momentos del Winblendom. Allegiant , casi de inmediato, hace su llamada a los pasajeros. Nos vamos de Montana con destino a Nevada. Pero antes de marchamos y a modo de despedida escuchamos el himno musical de Montaña: Wild Montana Skies.
Me fijo en el pasaje. Hay un poco de todo. Hombre, mujeres , ancianos. Hay un grupo de chicas muy numeroso que parecen ir de despedida de soltera. Lo que pasara en  Las Vegas podría quedarse en Las Vegas. Posiblemente. 

El avión sale con puntualidad británica. Me toca ventana y veo como sobrevolamos las montañas circundantes. Voy viendo como los casas, los ranchos y el río, el Fork Clark, se van achicando. Las montañas llenas de árboles inundan todo el suelo. 

Al cabo de unos minutos entiendo, sigo el recorrido por la revista del avión, sobrevolamos un montañoso Idaho. Me viene a la cabeza algo que he leído sobre Idaho: la existencia de una comunidad de pastores vascos que llegaron a Idaho en el siglo XIX, una historia que ya me había contando mi madre cuando era pequeño. Idaho se ve montañoso y , en parte, nevado hasta que las nubes cubren el recorrido durante un rato. 

No hay que esperar mucho para ver que el cielo a nuestros pies vuelve a abrirse y distingo nuevamente algún gran río, puede ser el Snake, y una curiosa forma montañosa sobre el suelo, parece el cono de un volcán o un cráter, por lo que es posible que sobrevolemos Craters of the moon. El avión prosigue su avance en dirección sur cuando avisto desde la altura un inmenso lago y una llanura deséritica a su lado. Creo que estoy viendo Great Salt Lake City, a un lado se distingue una gran ciudad por lo que pienso que estamos sobre Salt Lake City la ciudad de los mormones, ya en Utah. Es un estado inmenso , el que contiene más parques nacionales, pero en gran medida desierto y montañoso. Desde el suelo se distinguen canoñes trazados por ríos ersivos, pero nada que ver con la que vi en días anteriores. Sigo mirando por la ventanilla y vemos como el desierto se va extendiendo. 

Mi mujer ofrece los bocadillos de los que damos cuenta sin piedad. Ya no se si me encuentro en Utah o en Nevada. Al avistar una nueva mancha de agua comprendo que estamos sobre la presa Hoover y, efectivamente, vamos empezando a ver como el desierto se hace más evidente, pues estamos en descenso, con carreteras de tierra y a la nada aparecen las primeras urbanizaciones. Nos acercamos a la ciudad, algo que confirmo al volver a ver la Stratosphere Tower y el Strep , que se extiende de norte a sur, entre el condado de Henderson y el de Clark. El avión hace su aproximación y llegamos al aeropuerto de Las Vegas. Son las 13:00 horas. 

Tras ir al cuarto de baño y rellenar las botellas, nos desplazamos por el mismo con una comodidad pasmosa para recoger nuestro equipaje. Una vez allí buscamos el Rent Cars. Está en la salida. Al salir una bofetada de calor. Un minibus lleva a los pasajeros recien llegados a una terminal específica para el alquiler de coche. 

Tras bajar del minibus, entramos en un edificio que alberga una gran sala. En la misma vemos carteles de empresas de alquiler conocidas como Hertz, Avis,..., pero buscamos la nuestra: Álamo. Recordad el Álamo, pienso. Abandono mis tonterías y nos dirigimos al mostrador. Allí un chico con un nombre que nos recuerda a The Walking Dead, Shanne, nos atiende. Damos nuestras referencias y el chico nos vende la burra del alquiler de un coche mayor y más seguro. Nos ofrece un Toyota Sienna al igual que algunos productos de seguro. Aceptamos algunos como atención en carretera, pinchazo, lunas, incluso depósito lleno, pues me dice que en SanFran es muy cara la gasolina... y renunciamos a otros, como por ejemplo un seguro de vida -ya lo tengo-. Machaco la tarjeta, y ya con la documentación - escasa- a mano, nos dice que salgamos por una puerta que está nada más subir unas escaleras mecánicas, a mano izquierda. Allí vemos que es el lugar de recogida de vehículos. 

Un chico de color nos pide que esperemos y un señor de origen asiático nos hace entrega de las llaves y , agrandes rasgos nos dice el funcionamiento del vehículo que nos nos acompañará durante nueve días. 

Cabemos todos, incluidas las maletas, y alguno más si quisiéramos. Nos sentamos en el vehículo. ¿Cómo coño funcionará?, pienso. Tras unos minutos en su interior lo arracamos, ya sabemos que la R es la marcha atrás y cuando se pone la palanca sobre ella se enciende una pantalla para ver lo que atrás hay, la P, es Parking, y la D, que significará Drive. Hay otras que no se de que van. Nos ponemos enm marcha. Claro, que no hemos puesto el GPS, así que salgo a una calle sin tráfico que parece no llevarme a ningún sitio. ¿Dónde me estaré metiendo? Ya con el GPS activado salimos a una calle con bastante actividad y de allí a la autovía que circunda Las Vegas. 

Vamos para Henderson , pero seguimos en la idea de que nos hemos salido de Las Vegas, pues es enorme. Eso sí, donde no se ha construido se ve que estamos en un inmenso desierto. Tras eso tomamos dirección Boulder City y desde allí ya parece indicarnos que vamos para Kingsman. Son 71 millas, es decir, un chorro de kilómetros recorriendo un desierto entre Nevada y Arizona. 

Al poco de salir de lo urbanizado vemos una desviación hacia un casino que debe ser el primero o último de Nevada y otra para la Hoover Damm. Casi al momento salimos de Nevada para entrar en Arizona. Tan desértico un lugar como el otro. En muchas millas se ve que existen pocas poblaciones entre tanta aridez. La primera imagen de Arizona es desoladora. Algunas viviendas de una altura, grandes ranchos en medio de un secarral. Seguimos avanzando. Alrededor de las tres llegamas a Kingsman donde tomamos el desvio para Willians, nuestro destino final de hoy. 


Es en ese punto cuando vemos los primeros carteles de la mítica ruta 66 - me acuerdo de Cars, no puedo evitarlo-. Desde aquí observamos como la carretera pica hacia arriba y cambia el entorno ligeramente. Todavía nos quedan 97 millas a Seligman, alguna más a Ash Fork y tras un rato llegaríamos a nuestro destino. Empieza a aparecer arbolado y algunas aves y bastante ganado nos dice que el desierto va quedando atrás. Algunos arroyos como el Big Sandy hacen que pasemos sobre algún viaducto interesante. Pero todavía queda un trecho. Desde Ash Fork hasta Williams aparecen grandes pinares. Willians queda a nuestra izquierda y un enorme arco da la bienvenida a esta curiosa ciudad motera y del oeste. Son las 18:00 y hemos llegamo a Williams, en plena ruta 66. 



Ahora a buscar el Hotel. Encontrarlo ha sido fácil. Willians en una calle, alrededor de la cual hay tiendas de souvenir que nos recuerda el glorioso pasado de esta ruta que comunicaba Los Ángeles con Chicago. 





Igualmente vemos lugares una estación con su tren a vapor, sitios de restauración gastrómica y moteles, bastante moteles. Localizamos el Motel. De alucine. Podían haber rodado allí Psicosis. 

Los coches al pie de unas habitaciones que se disponen en dos plantas. Una vez tenemos la llave, y sorprendente con una temperatura muy agradable, casi fresquita, decidimos salir a dar un paseo. Todo era la ruta 66 y el Oeste. Nos hacemos fotos con los carteles de la ruta y con espacios que nos recuerda que esto es Arizona, el viejo western. 



Localizamos algún sitio para comer. Yo me fijo en los precios, of course. En el cruce de la 66 con la carretera de acceso a la autovía había un teatro en la calle con varios hombres disfrazados de vaqueros y una chica. Parecía ser muy divertido, pues la gente se reía, pero no entendíamos los chistes. Deberíamos perfeccionar nuestro inglés. 

Buscamos sitios para cenar. Indecisiones varias y , finalmente, vamos a un mexicano - no olvidemos que Arizona fue de México hasta 1848. El sitio se llamaba Fiesta. Allí comimos estupendamente , primero una buena cantidad de nachos con chile como aperitivo, y después burritos, enchilada, arroz, judías… y además nos entendíamos perfectamente en español. ¡Viva Cervantes y la madre que lo parió! 

Una vez cenados, preguntamos si había un sitio para comprar y la señora, muy amablemente, nos dijo que había un supermercado al final de la ciudad. 

El grupo se divide. Mi mujer y los dos pequeños van a la habitación, tienen frío. Y los dos viejarracos, padre e hijo, vamos a comprar. Mientras nos desplazamos vemos como los souvenir , unos son llevados por indios - hopi, navajos,...- , y otros son recuerdos de la ruta 66 y de oeste. Hay un Pub sobre el deber norteamericano de luchar por la libertad. 


Avanzamos y nos hacemos fotos en algún motel más, ante algún viejo cadillac, llegando finalmente hasta el supermercado. 

Detectamos mi hijo y yo que los precios en EE.UU no son los españoles. Todo es caro , desde el pan de molde hasta el salami o el fiambre de pavo, desde las patatas fritas hasta cualquier menudencia. En su descargo. Es viernes y aquello está abierto hasta las tantas. No hay casi nadie comprando. Una vez realizada la compra nos dirigimos para el Motor Inn. 

Paramos en cuatro sitios. El primero para escuchar a un chico que actua en un restaurante con su guitarra que canta The piano man de Billy Joel; el segundo en una tienda de un indio con souvenir y artesanía de los nativos; el tercero en una tienda de sombreros de cowboy que no puedo comprar dado los días que nos quedan; y en cuatro lugar en un pub con karaoke en el que una señora entrada enm años canta una balada con una voz que emocionaba, ante un grupo de jugadores de billar y moteros de unos cuarenta o cincuenta años. Es total, aplaudo y la mujer me da las gracias. ya , más cerca de un hotel, vemos otra actuación realizada por dos músicos y una cantante. 

La temperara ha bajado y hace más que fresquito. Nuestro hotel está rodeado de pinos. Es hora de dormir. Buenas noches. 


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